Cuarentena en el campo: la experiencia de producir cuidando en un contexto marcado por el COVID-19

La lechería, un rubro esencial dentro del aislamiento obligatorio, aplica protocolos y se mantiene en movimiento para que no se corte la provisión de materia prima.

Cuarentena en el campo: la experiencia de producir cuidando en un contexto marcado por el COVID-19

A la calma habitual de una mañana de campo se le sumó la quietud del aislamiento. Luego de cruzar por algunos caminos de campo bloqueados llegamos al este de Presidente Roca, en el centro-oeste santafesino, en donde dialogamos Darío Dell Erba, un emprendedor de la lechería que produce en campos alquilados y que siempre apuesta a crecer.

Con una planificación de inversiones en cada una de las unidades que alquila la empresa de Dell Erba, que son siete en total (seis tambos y un campo para recría), llega a 20 años la estrategia para poder recuperar las inversiones que se hacen: el trabajo en las viviendas, las salas de ordeño, la impermeabilización de fosas, los corrales de espera, los alambrados, las columnas de energía eléctrica.

 

Todo está contemplado en las tareas que ahora se ven ralentizadas por la licencia de todo el personal externo a cada tambo, en linea con el aislamiento obligatorio por COVID-19.

Actualmente, Darío está instalado con su familia en un campo cercano desde que empezó esta cuarentena obligatoria, sólo movilizándose para atender algunas necesidades de los establecimientos.

Picamos la semana pasada unos lotes de maíz, en dos días de trabajo y sembramos, que fue por lo único que cortamos la licencia del personal. Estamos en un momento tranquilo porque los cultivos pueden esperar, entonces todo lo que podamos correr para adelante lo vamos a hacer”, explica.

Desde las 233 hectáreas del estableciimiento de Presidente Roca, pegadas a un pueblo de productores, conocemos cómo es producir bajo el contexto de aislamiento obligatorio, en donde dos veces por día las vacas cruzan un camino rural para el ordeño a las 4 de la mañana y a las 15, durante todo el año.

Son 300 las vacas las que enfilan hacia la fosa con 16 bajadas y tres personas (familia Vallejos) que desde hace 5 años se encargan de las tareas cotidianas. Se suman equipos de labranza, nutricionista, veterinario, que en estos días, salvo por una urgencia, no van al campo.

El campo es el lugar más seguro y habitual para cumplir la cuarentena. Las distancias aseguran un acostumbramiento a la soledad que en las ciudades parece extraño.

En este contexto y en un tambo, “ahora cuando viene el camión a retirar la leche lo que hacemos es tener más cuidado con la higiene y el lavado cuando se va”, comenta Armando, el tambero a cargo del grupo de trabajo.

Incluso se toma el recaudo de dejar el silo abierto cuando el transporte viene a reponer el balanceado para el momento del ordeño.

Dell Erba agrega que la empresa empezó a trabajar con los protocolos que se fueron difundiendo en todos los grupos de trabajo, “para que nadie quede muy expuesto, incluso con todo lo que llega al campo como puede ser la venta de pan casero, verdura, entre otras cosas. Por eso tratamos de hacer todo lo que podamos nosotros y todo lo que no es estrictamente esencial no se hace, porque sabemos que la única manera que llegue acá el virus es desde afuera, por eso yo tampoco vengo todos los días a este tambo”.

El tambo sigue firme, con sus rutinas y con mayores cuidados, “la producción no se altera y se recorta quizá el hábito de juntarse por un asado, pero seguimos trabajando y eso quedará para más adelante”.

Atecedentes y futuro de la empresa

Este productor, que forma parte del CREA Cuenca, cuenta que las inundaciones de 2016 y 2017 todavía hacen sentir su marca en la empresa. Tuvo que reestructurarse, cerrar dos tambos, cancelar alquileres y movilizar hacienda. Recién a fines de 2019 pudo volver a abrir un tambo a pocos kilómetros de Presidente Roca, que se suma a otros tres en Villa San José y otro cercano a Clucellas, en la zona más tambera del país, con un resultado de 20 mil litros por día actualmente, con unas 950 cabezas en ordeño y con un pico que puede llegar a 22 mil en primavera.

Para graficar el impacto, vender dos rodeos completos de los tambos se traduce en una pérdida del 30 por ciento del capital de la empresa. Pero el objetivo fue reacomodar los números y no quedarse en el camino.

“Cuando llegó la primera inundación estábamos en 25 mil litros por día, nos caímos a 12 mil y ahora estamos en 18 mil. Pero con la segunda inundación en el verano de 2017 llegamos a diez mil litros por día. Fue durísimo, pero después vinieron dos años buenos. Este año agronómicamente pinta muy bien, venimos recuperando nuestro piso, con reposiciones, reservas, ya se implantaron bien las pasturas, por lo tanto si el clima vuelve a acompañar podemos ser optimistas”.

Hay un manejo de partos que reduce a la mínima expresión las pariciones en enero y febrero, pero todavía se trabaja en mejorar los parámetros de mortandad en guachera. De 12 % con el agua en el campo, deberían llegar a un 5 %.

Dell Erba explica: “Estamos yendo para donde queremos, aunque es difícil lograrlo”. Quiere reemplazar la sala de ordeño en uno de los tambos sabiendo que “no hay rentabilidad, ni apoyo crediticio para poder pensar en comprar tecnología”. También destaca que servirían muchos las herramientas para detección de celos.

La gente que está en los tambos no sale en estos días ni para comprar alimento, porque habitualmente la empresa (desde 2016) hace compras mensuales y reparte en los establecimientos. Esta práctica se intensificó para asegurar que no falte nada para las familias y que se queden en el campo.

Los establecimientos de la empresa que conduce Dell Erba tienen un acuerdo desde hace años con una de las empresas más grandes del país, con un buen precio acordado: un valor base que se relaciona con lo que se paga a las cooperativas, más un índice de ajuste. Solo el tambo que reabrió en septiembre de 2019, que produce 3.000 litros por día, destina la materia prima a una pyme de la zona.

Incluso con aquel 2012 conflictivo de la lechería no se terminó ese vínculo directo que evita que todos los meses se siente a discutir un precio, o esperar la indefinición de la voluntad ajena sobre su trabajo. Lo que sí pasó ese año es que los bloqueos de plantas y la búsqueda de una solución lo alejó de la dirigencia de la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe, aunque permanece como socio.

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