Mario Devani y Cynthia Prado, del Programa Granos de la Estación Experimental Obispo Colombres, presentan un conjunto de recomendaciones.
La producción de semillas se ha constituido en una actividad diferenciada dentro de la práctica agrícola. Lo saben muy bien las empresas dedicadas a este propósito y es importante que lo tengan en cuenta los productores de granos que, campaña tras campaña, producen “semilla para uso propio”. Desde la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), los ingenieros Mario Devani y Cynthia Prado, del Programa Granos, detallan los aspectos fundamentales para producir “semilla de soja” de alta calidad y sus beneficios para el éxito del próximo ciclo del cultivo.
– ¿Qué características debe tener la semilla?
– Una semilla de alta calidad debe reunir un conjunto de atributos físicos, fisiológicos, genéticos y sanitarios específicos. La condición física de la semilla está determinada por su pureza -es decir, libre de contaminantes y de materia extraña-, y por las condiciones adecuadas de tamaño y peso homogéneo.
La calidad fisiológica de la semilla hace referencia a su capacidad de germinar y producir plántulas normales, sanas y vigorosas.
Los atributos genéticos están determinados por la pureza varietal del lote de semillas y por su capacidad para replicar las características de la variedad de la que se trate.
Por último, para una óptima condición sanitaria debe estar libre de patógenos, virus, bacterias, nematodes y otros agentes bióticos no deseables.
– ¿Qué factores afectan la calidad de la semilla?
– En el proceso de obtención de semilla a campo hasta el destino final del lote, hay que tener en cuenta diversos factores que a menudo afectan su calidad. Estos pueden agruparse de acuerdo al momento de su posible ocurrencia. Incluimos tres instancias bien diferenciadas: el ciclo del cultivo, la cosecha y el almacenamiento.
Si bien las afecciones durante el ciclo del cultivo son las que podría padecer la planta madre, y por ende la producción de granos, es necesario conocerlas, identificarlas y tomar los recaudos necesarios. Se destaca que cobrarán particular importancia los daños que pueda experimentar el lote durante su cosecha, acondicionamiento y almacenamiento.
El daño ambiental compromete la calidad fisiológica de las semillas. La máxima calidad de las semillas se obtiene en madurez fisiológica; a partir de ese momento, la calidad se verá perjudicada si se presentan condiciones ambientales adversas, tales como, precipitaciones abundantes o períodos largos de días nublados y elevada humedad relativa. O bien, las semillas producidas en condiciones de escasas precipitaciones y temperaturas extremas, podrían resultar verdosas, de menor peso y tamaño, arrugadas o deformes y modificarse su composición interna de aceites y proteínas.
Posteriormente, a partir del momento de la cosecha, la semilla será sometida a los efectos de trilladoras, elevadores, transportadoras y otras instancias mecánicas, que implican movimiento, choque y presiones que amenazan la integridad del tegumento.
Estas lesiones, que pueden o no ser visibles a simple vista, afectan la calidad fisiológica de las semillas e incrementan las anormalidades en la germinación.
Durante el almacenamiento, el máximo potencial de calidad alcanzado en “planta madre” debe ser preservado. Las condiciones de almacenamiento serán determinantes para su conservación o pérdida. Las semillas dañadas, inmaduras, de bajo vigor, como así también la presencia de impurezas o semillas quebradas en el lote, reducirán su potencial de almacenamiento.
– ¿Cómo debería ser el manejo del lote destinado a semilla?
– Las claves de un buen manejo están determinadas por la elección y calidad del lote, la siembra, el manejo de las malezas, la vigilancia sanitaria y la cosecha.
Para obtener semilla de calidad es necesario partir de un lote de campo adecuado, cuya selección debe ser priorizada en la planificación anual. El uso de semilla certificada, de óptimo poder germinativo, alto vigor, pureza física, libre de patógenos y pureza varietal son requisitos indispensables. Es importante disponer de un suelo de fertilidad aceptable y que el cultivo antecesor estival sea una gramínea que posibilite la disminución de patógenos y plagas específicas del cultivo. En cuanto a la siembra, es preciso realizar el tratamiento de las semillas con fungicidas e insecticidas curasemillas, como así también tratamientos con inoculantes que aseguren una emergencia pareja y uniforme del cultivo.
Sería conveniente sembrar en fechas tardías (fines de diciembre, primera decena de enero) de manera que el período de trilla coincida con el momento de menor probabilidad de precipitaciones. Es esencial controlar la presencia de malezas en el lote para realizar una trilla limpia, asegurándonos la regulación de la cosechadora para separar semillas de vainas con el menor daño posible, sin tener inconvenientes por malezas.
En cuanto a la vigilancia fitosanitaria, será necesario emplear un programa de monitoreo y manejo integrado de plagas y enfermedades durante el ciclo del cultivo, con la aplicación, en los casos que sea necesario, de terápicos específicos, para el control de orugas, chinches y picudos que aseguren un cultivo sano y productivo. Por último, durante la cosecha, se debe priorizar la trilla de lotes destinados a semilla. La estricta regulación de las máquinas trilladoras será de gran importancia y deberá ser realizada para cada lote en particular.
Hay que tener en cuenta que la humedad óptima de cosecha es de alrededor de 14% – 15%, para evitar el deterioro de la semilla por el daño mecánico que causan las máquinas en contacto con los granos secos.
– ¿Cómo podemos conocer la calidad de la semilla?
– La calidad de un lote de semillas es una variable dinámica. Es decir, cada lote posee una velocidad de desarrollo propia: primero en su grado óptimo en madurez fisiológica, luego una inevitable y gradual degradación. Teniendo esto en cuenta -además de los cuidados relativos a su producción, cosecha y almacenamiento- se vuelve imprescindible el monitoreo continuo y el atento seguimiento del lote en el tiempo.
En este contexto de variabilidad o fluctuaciones de calidad, se torna indispensable establecer indicadores que nos permitan evaluarla, cuantificarla y producir al respecto información necesaria para la toma de decisiones. Estas determinaciones se realizan en laboratorios especializados y se obtienen analizando muestras representativas del lote en cuestión. Cabe subrayar que la Eeaoc cuenta con un Laboratorio de Semillas habilitado por el Inase, con más de 25 años de experiencia trabajando en servicios de calidad de semillas de granos.
– ¿Con qué frecuencia recomiendan realizar los monitoreos de calidad y qué beneficios se obtienen?
– Como una propuesta básica, se sugiere verificar la calidad una vez realizada la cosecha del lote destinado a semilla, para asegurarse de almacenar un producto acorde a los requerimientos de calidad y un control previo a la siembra. No obstante, en este esquema corremos el alto riesgo de llegar con un producto sin calidad al momento de la siembra.
Durante el almacenamiento los riesgos por deterioro siempre están presentes y se incrementan si la semilla fue almacenada tal cual se cosechó.
Considerando estos riesgos surge una propuesta de monitoreo más amplia, en la que distinguimos tres momentos claves del acondicionamiento de las semillas: al finalizar la cosecha para asegurarnos seleccionar semilla de calidad, durante el almacenamiento -una vez procesada y clasificada la semilla-, y antes de la siembra.
Según este esquema, almacenaremos la semilla una vez que se encuentre limpia de impurezas, malezas y en lo posible sin semillas enfermas o dañadas, minimizando los riesgos y aumentando el tiempo seguro de guardado.
Si bien, bajo ningún esquema de monitoreo se eliminan totalmente los riesgos de deterioro, en este caso, se disminuyen y podemos tomar una acción correctiva, a tiempo, en el caso de presentarse problemas de calidad en el lote.
Ahora bien, si el objetivo es obtener semilla de alta calidad, la frecuencia de los controles debería incrementarse y sistematizarse el esquema de monitoreo. Un esquema integral de control de calidad abarca, como señalamos, desde precosecha hasta la futura siembra. Se menciona tener en cuenta que el esquema puede variar según las campañas, por ejemplo, un año con problemas de enfermedades a campo puede requerir test sanitarios antes de almacenar la semilla.
Los parámetros de calidad evaluados en los laboratorios de semillas constituyen las mejores herramientas para la toma de decisiones, caracterizan los lotes por calidad y permiten un manejo diferencial según la calidad de los mismos.
Sistematizar procesos relacionados a la gestión de calidad mejora la performance de la empresa y redunda en beneficios económicos para el productor. El costo de los ensayos de calidad tiene un bajo impacto en los costos de producción y reditúan en implantaciones exitosas del cultivo.
La realización de los ensayos de calidad se ha generalizado en los últimos años en la región por parte de los productores y asesores, pero aún podemos observar dificultades antes de la siembra o fallas en la emergencia a campo, por desconocimiento de la calidad de la semilla empleada.