En un mano a mano con Clarín Rural, el sucesor de Momo Venegas repasa su historia y advierte que «todavía hay 600.000 trabajadores sin registrar».
Había que hablar con él. A Ramón Ayala, titular de la Uatre (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), le va a llevar tiempo dejar de ser “el sucesor del Momo Venegas”. Fue muy fuerte la impronta que dejó el recordado líder del gremio rural, por su alto perfil como dirigente sindical y participación política. Sin embargo, el mote no le pesa. Más bien, reivindica la continuidad, aunque con menos exposición pública…
1 – En el plano sindical, ¿cómo sigue la historia?
– Creo que bien. Terminamos la paritaria sin que hubiera un solo paro. Logramos un 15% más un 5% por productividad desde enero, y con reajuste por inflación. ¡Por primera vez arrancó la zafra cañera en Tucumán sin huelgas previas! No fue fácil, hubo que negociar duro, pero se llegó a un buen acuerdo.
Clarín Rural Revista: una edición con carne de exportación
2 – El eje de la gestión sindical de Venegas fue el blanqueo. ¿Se terminó el problema?
– ¡No! Estamos lejos todavía. Del millón y pico de trabajadores rurales, logramos con mucho esfuerzo y creatividad el blanqueo de más de la mitad. Pero todavía quedan 600.000 trabajadores sin registrar. Esperamos ansiosamente el proyecto de ley que ya está en el Senado, que nos ayudará muchísimo. El primer interesado, además del beneficiario, es el Estado. El blanqueo significa que los trabajadores acceden a la obra social, mejores condiciones de trabajo y jubilación. Si esto no ocurre, el Estado tiene que ir a socorrerlos: pensión, hospital público y subsidios.
3 – Ustedes saben dónde están los núcleos de trabajo en negro…
– Sí, y lo vivimos denunciando. Pero el poder de policía lo tienen las provincias. Es un problema porque no actúan. Una de las fórmulas para escaparse son las cooperativas de trabajo. Es en la práctica una trata de personas. Hemos denunciado esta modalidad de fraude laboral y nos anotamos un gran triunfo en San Pedro, provincia de Buenos Aires. La gente empezó a rebelarse, porque no cobraban asignaciones familiares ni nada. Hicimos una encuesta y la gente hablaba del “patrón”. Y no era el dueño de la finca, aunque también es responsable. Intervino un tribunal de trabajo de Pergamino. Y el fallo fue confirmado por la provincia. Estuve presente en la reunión que planteó que se terminara con una cooperativa trucha. Después hubo otro caso en cosecheros de aceituna en La Rioja, donde hablamos con el gobernador y no nos dio bola para nada. Pero a los pocos días salió un fallo a favor nuestro. Hasta las actividades municipales, en muchos lados, se hacen pasar por cooperativas.
Es oficial, avanza el plan de desburocratización
4 – El Renatre venía jugando un rol clave en el blanqueo…
– Sí, el ataque del gobierno anterior significó una gran pérdida. Se nos fueron 100.000 trabajadores. Pero ahora se logró que la Afip estableciera otro código y estamos recuperando ese universo de trabajadores. El Renatre muestra que podemos trabajar juntos las patronales con los trabajadores. Actualmente lo preside Abel “Cacho” Guerrieri, de la Sociedad Rural Argentina.
5 – ¿Cómo está el tema con las compañías de semillas, que hace unos años fueron muy cuestionadas por las condiciones de trabajo?
– Es un sector muy importante. Soy de Colón y conozco muy bien el tema. Yo me crié cosechando maíz a mano. Mi hermana nació en el rastrojo mientras mi padre y mis otros hermanos maleteábamos y hacíamos las trojas. Desde enero a abril. Después venía la desgranada. Hasta que un día llegó la mecanización, con la corta y trilla. Pero hoy los semilleros hacen muchos trabajos manualmente en el campo. Y en las plantas de procesamiento, las mujeres clasifican. En Salto y Rojas hay 500, en Venado Tuerto 1.000. Ganan muy bien: 1.500 pesos por jornal de 8 horas y les pagan todo. Y los fines de semana, paga doble. Más aguinaldo y vacaciones. Gran ayuda a la familia. Y lo más lindo de todo esto es que se inculca la cultura del trabajo. Fue otro eje de la gestión de “Momo” Venegas, y yo la continúo. Tenemos una escuela donde hasta damos desde alfabetización hasta cursos de oratoria y de dirigencia gremial.