Las retenciones dejan a la harina de trigo argentina afuera del mercado internacional

La industria molinera se encuentra trabajando a la mitad de la capacidad con la esperanza de que la harina argentina pueda regresar al mundo.
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Durante marzo la exportación de harina de trigo cayó cerca de un 50% contra el año pasado, reflejando el impacto de las retenciones.

«Lo más importante es la integración de toda la cadena. Es un puntapié inicial enorme en una cadena en la que cada uno peleó por lo suyo, no existe cadena que brille peleando cada uno por su lado», destacó Diego Cifarelli, presidente Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) en dialogó con Agrofy News durante el lanzamiento de Trigar 2019 en Buenos Aires. Un encuentro que busca reunir a todos los actores relacionados con el cereal.

En el marco del lanzamiento del Congreso Internacional, el titular de FAIM se refirió a la actualidad de una industria que tiene mucho potencial para desarrollar en vistas de recuperar participación en el mercado mundial mediante la exportación de harina.

 

En nuestro país hay alrededor de 165 plantas que procesan trigo y que se encuentran trabajando en promedio a un 50% de su capacidad. Cifarelli destacó que la demanda interna de harina se encuentra abastecida en su totalidad y mayormente estable durante los últimos años, por lo que la posibilidad de crecer se encuentra en el mercado externo.

«Con las retenciones se hace difícil lograr acceder a otras latitudes», destacó el titular de FAIM y agregó que el objetivo de participar de Trigar 2019 es mostrarle al mundo la capacidad de la industria molinera en Argentina. Esto es «poder darle masa critica de producción a los molinos es exportar harina o productos farinaceos«. Actualmente el principal destino de las exportaciones de harina es el Mercosur, pero el desafío es lograr llegar a nuevos destinos.

Un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario reveló que las exportaciones de harina de trigo por algo menos de 620.000 toneladas son un 35% menor al récord alcanzado en la campaña 2007/08 y, en valor, el ingreso de US$ 450 millones resulta aproximadamente la mitad que en aquel entonces.

La demanda del consumo doméstico se mantiene mayormente estable durante los últimos años, con una proyección de la BCR para el actual ciclo récord de 5,6 millones de toneladas destinadas al uso industrial. El promedio destinado a la demanda interna para procesamiento es de 5,7 millones de toneladas.

La comercialización de la actual campaña muestra a una demanda de exportación mayormente abastecida: «Ahora vemos una detracción de la oferta que puede derivar en un alza de precios. No sabemos si esa detracción llegó para quedarse o si son estas últimas dos semanas«.

El escenario de precios durante el ciclo actual fue particular, ya que en enero los precios no se vieron presionados a la baja por el ingreso de la cosecha. De esta forma, si bien el escenario actual plantea que habrá trigo suficiente para cubrir las necesidades internas y externas, queda pendiente ver si la temporalidad de las compras hace que el precio pique en punta.

El Centro de Economía Regional de la Universidad Nacional de San Martín remarcó sobre finales del año pasado que la mayor disponibilidad de trigo abre la posibilidad a un incremento en su industrialización y posterior exportación en forma de harina y derivados.

«Es preciso destacar que a medida que el trigo avanza hacia adelante en la cadena productiva, mayor es el valor agregado que pueden incorporar los productos farináceos. En particular, la producción de pastas frescas y secas, panificados y galletitas permite multiplicar varias veces su valor», destacó el estudio de la Universidad.

«Si las etapas finales a las que provee la industria molinera concentran sus esfuerzos en la elaboración de productos diferenciados con alto valor agregado destinados a la exportación, la actividad económica recibiría importantes impactos positivos», agregó.

Diego Cifarelli explicó que la cadena industrial molinera demanda unos 145 mil puestos de trabajo en nuestro país y que actualmente están trabajando en conjunto con autoridades nacionales y provinciales en el combate de la informalidad sobre el sector.

«Hemos tenido una estabilidad en los puestos de trabajo con un gran esfuerzo de los empresarios, que se endeudaron para mantener la plantilla y estar listos para la recuperación del sector«.

Se trata de una industria en la que el 90% de las plantas productoras son pequeñas y medianas empresas (PyME): «Es un momento complejo que estamos transitando y más aún en un año de elecciones».

El combo que vuelve compleja la actualidad de los molinos argentinos se conforma por una tasa de interés elevada, tanto para financiamiento como también para descontar cheques, paritarias que quedaron por detrás de la inflación y la incertidumbre electoral: «En este contexto el empresario molinero es casi mago«, concluyó.

Por Nicolás Degano Agrofy News

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