Emapa: cómo funciona una empresa estatal que tiene como objetivo la «soberanía alimentaria»

El caso de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos que funciona desde 2007 en Bolivia

Emapa: cómo funciona una empresa estatal que tiene como objetivo la "soberanía alimentaria"

Hace una semana el presidente Alberto Fernández anunció la intervención de Vicentin y manifestó: «Que el Estado cuente con una empresa testigo en el sector es algo muy importante”.

Fernández calificó la iniciativa de expropiación como “estratégica” y la vinculó al concepto de «soberanía alimentaria”, que recolectó una gran cantidad de críticas en el sector productor y exportador.

 

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El caso de Emapa

En Bolivia, desde el 15 de agosto de 2007, existe una empresa estatal creada por Evo Morales con la visión de ser «motor principal de la producción nacional, eficaz, eficiente, proactiva y garante de la Seguridad y Soberanía Alimentaria en Bolivia».

La Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) tiene cobertura nacional (aunque la mayor cantidad de productores que proveen sus productos a la empresa se encuentran en Santa Cruz).

Se firma un compromiso de trabajo con grupos de productores que solicitan, de manera individual, insumos de una lista de proveedores seleccionados por Emapa. Luego, la empresa distribuye los insumos a cada productor para iniciar la siembra y hace un seguimiento que consiste principalmente en verificar la superficie sembrada.

La diferencia con otra empresa agroindustrial es que el precio pagado al productor es de 15% por encima del precio de mercado.

«Es una máquina de perder plata», señalan fuentes con conocimiento sobre el mercado boliviano de granos. Esto tiene que ver con que, además de comprar por encima del mercado, se encarga de vender por debajo del establecido ya sea para consumidores finales como así también para empresas productoras de proteína animal.

Ver también: El mercado teme por el rol de la futura Vicentin y un posible «precio testigo»

Emapa comenzó su camino interviniendo en los mercados del azúcar y la harina, productos que comenzó a importar y a vender tanto al por mayor como de forma directa al público: «Al principio, su forma de operar, que pretendía ser espectacular para tranquilizar a los consumidores acerca de la pronta remediación del alza constante de los alimentos, resultó contraproducente», señala un artículo titulado «El experimento de Emapa en Bolivia» del periodista Fernando Molina publicado en una revista local.

Esta publicación cuenta que la venta de alimentos a los comerciantes a precios notoriamente inferiores a los del mercado ocasionó que algunos de ellos, deseosos de obtener más ganancias de las que el gobierno les permitía, guardaran lo que obtenían, apostando a que la iniciativa gubernamental fracasaría. Por esta razón, Emapa tuvo que entrar en el mercado minorista, en los mismos sitios de expendio en los que operaban los comerciantes privados, generando malestar y protestas.

Por otro lado, un estudio de Agrónomos y Veterinarios Sin Fronterasa (AVSF) señala que la empresa estatal no cumple con el rol de lograr la soberanía (productiva): «No consigue mejorar los niveles de producción de forma cuantitativa y cualitativa».

El informe de AVSF alerta de un déficit estructural y creciente: «Una empresa estatal con vocación de fomentar el desarrollo y la seguridad alimentaria puede tener gastos importantes justificados y recibir menos ingresos que las empresas privadas debido a las políticas de subvención. Pero estas circunstancias justificarían un déficit inicial que vaya compensándose poco a poco hasta alcanzar la autosostenibilidad, y no una situación inversa como la que se observa en este caso».

Una de las grandes diferencias con Argentina es que Bolivia no es autosuficiente en la producción, por lo que importa harina de trigo, sobre todo de nuestro país.

La Bolsa de Comercio de Rosario muestra que en la campaña 2018/19 Bolivia fue el segundo destino de exportaciones de harina de trigo, con 293.869 toneladas (un 46,6 % de las ventas externas totales), solo superado por Brasil. La BCR destaca que las exportaciones argentinas del complejo trigo superaron los US$ 2.730 millones en el 2018/19.

La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo de Bolivia (Anapo) señala que en 2019 la producción de soja, maíz, trigo, girasol, chía y sorgo alcanzó los 4,2 millones de toneladas.

Marcelo Pantoja, presidente de Anapo, destaca que el sector productivo se encuentra estancado en la superficie de siembra en los últimos años por el clima adverso y por la falta de políticas del Gobierno que solucionen los problemas estructurales, relacionados con la prohibición de exportaciones y acceso a la biotecnología.

El plan de Emapa está focalizado en trigo, arroz y maíz: «El acopio e industrialización de alimentos adquiridos de productores bolivianos constituyen la primera Reserva Estratégica de Alimentos del Estado Plurinacional de Bolivia», destacan desde la empresa estatal.

El último balance de gestión disponible señala que para 2019 el objetivo estaba puesto en acopiar 50.000 toneladas de arroz, 95.000 de trigo y 45.000 de maíz.

En tanto, un informe de auditoria interna sobre los Registros Contables y Estados Financieros de Emapa, al 31 de diciembre de 2019, identificó 32 deficiencias de control interno.

«Vamos a ir informando poco a poco las fallas que hemos encontrado, los sobreprecios que hemos encontrado, las picardías que han hecho, pero también vamos a decir cómo vamos a solucionar estos problemas de control interno», señaló Wilfredo Rojo, ex ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural de Bolivia al portal Los Tiempos.

El economista Germán Molina explica que el Gobierno de Morales financió en parte la creación de las empresas con los recursos de la venta de hidrocarburos y minerales.

Ver también: Los peligros de constituir una empresa agroindustrial estatal: «El ingreso de divisas se pondría en riesgo»

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