Otra vez juntando agua con el tenedor

Por el contrario, el paro que durante 15 días llevaron a cabo los gremios de la industria aceitera y los recibidores de granos hizo que la exportación bajara el valor de la oleaginosa para los contratos que vencen a fin de año, ante la imposibilidad de comprar nuevos lotes.

Seis años y medio atrás, precisamente en 2014, el poroto generador de divisas también exhibía en Chicago un valor histórico alto. Sin embargo, las cuestiones domésticas hacían que el productor decidiera resguardarse en el grano, postergar su venta y diferir la captura de esa plusvalía.

“Entre los principales factores que motivan el retaceo de ventas, se encuentra el contexto de incertidumbre macroeconómico ante el cual el productor ve en la mercadería física un modo de cubrirse frente a las variaciones, tanto del nivel general de precios como del tipo de cambio, incluso pese a que a mediano plazo se descuenta que los precios de la oleaginosa caerán frente a la recuperación de la oferta”, aseguraba por aquellos días la Bolsa de Comercio de Rosario.

En ese momento, se sabía que la suba de la soja no iba a ser eterna. A mediano plazo, se preveía una mayor oferta de soja, lo que hizo que los precios del poroto de soja transitaran, entre 2016 y 2019, en 348 dólares promedio por tonelada. Un poco más de 100 dólares por debajo de los 446 dólares por tonelada que marcó el promedio en Chicago entre 2007 y 2015.

Pujas domésticas

En el arranque de julio de 2012, el precio internacional de la soja alcanzó el récord en su historia como commodity: 612 dólares por tonelada. Superó por tres dólares al anterior registro del 3 de julio de 2008, cuando el Gobierno nacional buscaba imponer el sistema de retenciones móviles y encontró la fuerte resistencia del agro. La puja doméstica hizo que tanto productores como la estructura económica se privaran de aprovechar esos valores.

El conflicto laboral en los puertos no tiene precedentes, más si se tiene en cuenta el nivel salarial percibido por los empleados que cumplen servicios en la cadena oleaginosa.

Según el economista Juan Manuel Garzón, del Ieral de la Fundación Mediterránea, la industria aceitera está entre las cinco ramas de actividad, entre 255 relevadas por el Ministerio de Trabajo, que paga los salarios más altos: 143.900 pesos promedio en septiembre pasado, 153 por ciento más que los 56.700 pesos promedio de todo el sector privado.

Mientras tanto, otra vez más, hay un producto argentino que se vende a nivel mundial a uno de sus mayores precios de la historia, pero sus propietarios no están en condiciones de poder capitalizarlo. De nuevo, por cuestiones domésticas.

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