Viajaron al desierto para estudiar bacterias de 3500 millones de años y crearon un producto que mejora los rindes de la soja

“La agricultura tiene una disyuntiva. Tiene que producir más con menos. El suelo se va degradando por muchas razones: algunas naturales, como el incremento de la sequía, y otras como el exceso de uso de fertilizantes químicos a largo plazo”, comentó Franco Martínez Levis, economista y uno de los cofundadores de Puna Bio. 

“Nosotros sabemos que es necesario utilizar fertilizantes para producir, pero es una realidad que hoy los productos químicos son responsables de entre el 3 y 5 % de las emisiones globales. Entonces tampoco es sostenible incrementar ese uso”, continuó.

Si bien una alternativa a este problema es el uso de inoculantes biológicos, los productos existentes en el mercado actual solo son efectivos en suelos fértiles. er también: Producen insumos y quieren romper con los mitos de lo orgánico: “Muchos clientes son productores convencionales”

Bacterias milenarias: la historia de Puna Bio

Hace un año,  junto a un grupo de científicas de Tucumán, cocrearon Puna Bio, la primera startup que da respuesta a esta problemática. Mediante la investigación de bacterias de hace 3.500 millones de años pudieron desarrollar el primer bioinoculante extremófilo en el mundo.

“Lo que hacemos son productos biológicos para la agricultura y lo que buscamos es incrementar los rindes de forma sostenible, complementando el uso de fertilizantes químicos, lo que permite la recuperación de suelos degradados, así como cultivar en suelos que antes no se podía”, detalló Martínez Levis. 

María Eugenia Farías y Carolina Belfiore, doctoras en Biología y fundadoras del proyecto, estuvieron 20 años recorriendo la Puna de Argentina, Bolivia y Chile, explorando bacterias de hace miles de años. Elisa Bertini, doctora en Bioquimica, otra de las fundadoras, pasó 4 meses en la Antártida.

“Son científicas aventureras que agarran una camioneta, se meten en un lugar a 4 mil metros de altura, en un camino que no hay nada y toman muestras de suelo. Son tapetes microbianos, mundos enteros en tubitos. Después realizan un trabajo posterior para entender qué hay ahí, separar e identificar bacterias y ver cuáles están haciendo la diferencia en promoción de crecimiento”.Cotizá insumos agropecuarios

Los bioinoculantes de Puna Bio

La startup, que ya recibió su primera inversión y que se inició bajo el programa de aceleración de Grid Exponential, comenzó con el nombre Ckapur y ahora lanzarán oficialmente al mercado con el nombre Puna Bio. El primer producto que desarrollaron es un tratamiento de semillas para soja, pero se encuentran trabajando también en soluciones para maíz, trigo, poroto, entre otros.

“En general los productos que hay hoy en el mercado, que están muy estandarizados, son tratamientos de semillas que suelen usar siempre las mismas bacterias. Estas cepas, está comprobado que ante condiciones de extremo calor, de salinidad, se mueren, no permiten llegar a ese incremento de rendimiento que podría tener en condiciones buenas”, explicó el emprendedor que actualmente reside en California, Estados Unidos.

Actualmente, las primeras bacterias con las que están trabajando son de Catamarca. “Lo que nosotros hacemos son productos que promueven el crecimiento de las plantas en condiciones difíciles, ayudan a tolerarlas. Es como cuando un atleta entrena en condiciones de altura y desarrolla capacidad pulmonar, lo que vemos es que nuestras bacterias cuando van al nivel del mar, todavía son mejores”, explicó. 

El bioinoculante es un líquido con el que se cubre la semilla: “Se aplican dosis que son relativamente chicas, aproximadamente 5 litros para mil kilos de semillas. La bacteria interactúa con la semilla y cuando crece la planta lo que se genera es una relación simbiótica entre las bacterias y las plantas. Las bacterias para vivir y crecer usan estos recursos y disponibilizan nutrientes a la planta, a su vez la planta los toma y les brinda el alimento a la bacteria para que siga creciendo”, describió. 

Ensayos y resultados

El año pasado se hicieron los primeros ensayos a campo en 20 puntos del país. Ahora, en el ciclo 2021/22, se aplicaron en más de 9 mil hectáreas para empezar los procesos regulatorios del SENASA. “Las pruebas las hicimos con ensayistas muy reconocidos como Gustavo Ferraris de INTA Pergamino, Luis Ventimiglla de 9 de Julio, Federico Morla en Córdoba, Edgardo Arévalo en Entre Ríos y muchos otros referentes”, contó Martínez Levs. 

“Esta campaña hemos realizado ensayos a mucha mayor escala, en miles de hectáreas, con productores grandes y medianos, y también con competidores o empresas aliadas que quieren ver en carne propia la tecnología en acción para ser un canal o comercializarla”, agregó.

Se obtuvieron rendimientos promedio de entre 10 y 15%, comparado con los productos tradicionales que rinden entre 3 y 4 % más: “En entornos de alto rendimiento somos muy superiores al producto comercial pero somos más superiores ante las dificultades, sequía, salinidad, alto estrés. 

El emprendedor contó que hay otra realidad que es la del productor que tiene en su lote un grave problema de salinización y no produce nada: “Con nuestros productos, por ejemplo, hemos logrado producir soja al doble de la salinidad que suele tolerar. Lo que podemos lograr es que los suelos vuelvan a ser productivos y ahí la diferencia no es incremental, es de 0 a 1, no produce-produce”. 

El cofundador de Puna Bio sostiene que los productores no solo logran tener más rendimientos, consistentes, sino que se aseguran que van a obtener resultados por su inversión. “La campaña pasada ya hubo sequía y hubo complicaciones y tuvimos grandes resultados. Muchas veces se dice, al mundo le quedan 60 campañas, por eso estamos pensando en soluciones para el futuro”. 

Lanzamiento al mercado

Su primer producto será un bioinoculante de soja que, sujeto a la aprobación regulatoria, esperan para poder presentarlo en la campaña 2022/2023: “Estimamos que entre marzo y abril vamos a tener la aprobación para poder comercializar el producto en todo el país”, adelantó Martínez Levis. . 

Con respecto a los costos, por un lado, están escalando la producción para poder dar precios más accesibles y que llegue a la mayor cantidad de productores posibles. “El tratamiento de semillas es el insumo más barato que compra el productor, valen 3 o 4 dólares por hectárea. Nuestro producto no va a estar en otro orden de magnitud, a lo sumo uno o dos dólares más, pero si incrementamos un 15 % el rendimiento en un cultivo, el productor puede traer en margen bruto entre 100 y 150 dólares extra por hectárea”.

Franco contó que los extremófilos suelen usarse en otros ámbitos, como en la salud para los PCR, pero no para la agricultura: “Hay un proyecto de una empresa que hace algo similar en España para aceitunas y tomates pero no en estos cultivos. Somos los primeros que estamos usando extremófilos para el agro en escala.”, detalló el emprendedor. 

El equipo fundador de Puna Bio está formado por 75 % mujeres. La planta de producción está en Buenos Aires, en INTA Castelar, dentro de una empresa aliada: “Recibimos inversiones tanto de fondos nacionales como internacionales. Estamos en la mayor aceleradora biotecnológica de EEUU que se llama IndieBio. Buscamos en los próximos 3 meses levantar una ronda de inversión de 3 millones de dólares con la que no solo haremos el lanzamiento en Argentina sino tenemos planificado el acceso a mercados como EEUU y Brasil”, concluyó. 

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