Oriundos de Córdoba, pero radicados en la provincia Chaco, tanto Daniel Moudjoukian como su hijo, Cristian, supieron mantenerse bajo el radar al mismo tiempo que incrementaban las hectáreas bajo sus dominios. Solo en la última década, Lipsa, la firma creada para hacer pie en el negocio agropecuario, múltiplicó por 30 el área de siembra hasta superar las 80.000 hectáreas entre las provincias de Chaco y Santiago del Estero. A su vez, al igual que otros protagonistas del sector, como Cresud y MSU, acaba de recurrir por tercera vez al mercado de capitales para consolidar su expansión con la emisión de una Obligación Negociable por US$ 15,6 millones.
“Somos primera generación de agricultores”, resalta Cristian Moudjoukian, gerente general de este jugador que, solo el año pasado, invirtió US$ 80 millones. A su vez, espera cosechar 450.000 toneladas de granos en la campaña en curso de la mano de más de 50 colaboradores, alrededor de 100 contratistas y clientes de la talla de Aceitera General Deheza y la Asociación de Cooperativas Argentinas.
“Estamos en una zona de transición entre NEA y NOA, en un área donde las precipitaciones oscilan entre los 500 y 900 mm bastante concretradas durante el verano. Sin embargo, cuando uno aprende a manejar esa disparaidad logra alcanzar los objetivos incrementando pisos y techos productivos tanto en soja como maíz”, asegura el empresario y agrega: “el pilar fundamental tanto en esta región, como en el resto del país, es el manejo de la rotación, las malezas y la fertilización por ambientes siempre adaptados a la zona”.
Una apuesta ambiciosa
La familia tenía un campo agrícola pequeño en Chaco que se vendió para contar con el capital inicial necesario para ganar escala sobre suelos arrendados. “Conocía la zona y vi el potencial que había”, resume en dos razones la jugada el empresario que, en la primera campaña (2010/11) sembró 2565 hectáreas.
“Los campos en el NEA tienen mucho potencial, pero en aquel momento había que ajustar el paquete tecnológico y la aplicación de los insumos. A su vez, eran años donde la protagonista absoluta era la soja y mi premisa desde el principio consistió en realizar una agricultura sustentable respetando una rotación maíz-soja cercana al 50%”, repasan desde Lipsa esos años en los cuales salieron a conquistar un terreno dominado por colosos, como MSU, Liag y El Tejar.
“Si bien no teníamos gran acceso al financiamiento por no contar con el respaldo de tener campos propios, los resultados productivos generaron un efecto contagio que atrajo a más productores a los que fuimos sumando al esquema de siembra”, señala el hombre al frente de Lipsa que pasó a cultivar 18.972 hectáreas solo siete años más tarde.
En 2017 se concretó un hito en la historia de la compañía, cuando sumó su primer campo propio, un establecimiento de 6925 hectáreas que adquirió con los resultados no asginados obtenidos desde 2011. A partir de allí, Lipsa concretó nuevas adquisiciones que elevaron esa monto hasta las 29.833 hectáreas, pero hasta el momento solo un porcentaje es destinado a agricultura en la campaña en curso.
“La política de adqusición de tierras tiene múltiples objetivos, desde reinvertir las utilidades en un negocio que conocemos muy bien hasta obtener mejores condiciones de financiamiento consolidando así toda la operatoria de la empresa”, explica su responsable financiero y mercado, Máximo Lichtschein, en diálogo con Agrofy News.
La pata financiera no es ajena a la hora de trazar la hoja de ruta de la firma. “Nosotros emitimos dos Obligaciones Negociables previamente, entre ellas, la primera 100% en dólares bajo regimen Pyme del mercado”, resalta Lichtschein. “Mientras tanto, la emisión de esta semana se concretó bajo el regimen general y el objetivo es mejorar el perfil financiero mediante nuevas condiciones en plazos y tasas con el objetivo de incrementar el área propia de siembra. Ese trabajo se dará reinviertiendo el resultado tanto en la adquisición de activos fijos, como así también una mayor superifice de suelos alquilados hasta alcanzar 150.000 hectáreas de cultivos anuales en un plazo máximo de cinco años”, adelanta el especialista que lideró la obtención de US$ 15,6 millones a partir de la participación de 84 oferentes el pasado lunes.
Crecer con resultados
Entre las ventajas que tiene la compañía versus otros grupos de siembra que operan en la zona del NEA está su localía en Chaco, es decir, tanto su base administrativa como operativa se encuentra en el lugar donde producen y eso, en palabras de sus directivos, aporta “un punto de observación ventajoso”.
“Nuestro crecimiento se caracterizó tanto por efecto contagio que generaron los buenos resultados productivos como así también el repliegue de otros actores de peso que nos permitieron dar saltos de escala”, señala Lichtschein y agrega: “operamos en el NEA porque los márgenes suelen superar a los de la zona núcleo y las mayores extensiones permiten escalar el modelo productivo más velozmente”.
En cuanto a la aplicación de un paquete tecnológico agresivo, su fundador comenta que, herramientas como la fertilización en profunidad para maíz, los fumigadores de dosis variable y los ajustes tanto de la forma de manejo como una apuesta fuerte a la génetica de la mano de aliados estratégicos, que van desde Don Mario y Pioneer hasta Bayer y Syngenta, permiten alcanzar mejores resultados.
La evolución tanto de los rindes promedios como sus máximos es prueba de esa mejora: en maíz, en la campaña 2020/21, la producción por hectárea tocó un nuevo récord con máximos de más de 12,3 toneladas versus las 8 obtenidas siete años atrás. En tanto, en soja, los rindes máximos para la última campaña fueron de 5,1 toneladas por hectárea, es decir, 25% mayores a las obtenidos en 2013/14.
Las aplicaciones web, imagénes satelitales y sistemas de monitoreo también tiene un rol fundamental a la hora de mejorar la productividad. Lipsa trabaja sobre 53 campos distribuidos en seis zonas que van desde Pampa del Infierno hasta Quimilí, solo por mencionar algunas. “Hoy logramos reducir los riesgos climáticos considerablemente”, sentencia el gerente financiero uno de los aspectos que solía jugarles en contra cuando aún no habían ganado tanta escala.
El foco en la sustentabilidad
La sustentabilidad estuvo en el centro del proyecto desde el día cero. “Se trabaja mucho en materia de sustentabilidad más allá de la rotación soja-maíz, tanto a partir de un aplicación responsable de agroquímicos como la posibilidad de acceder a los bonos de carbono que redundan en un impacto económico positivo. El pulverizador variable es otro ejemplo de ese aspecto, debido a que se aplica solo donde hay malezas generando hasta un 90% de ahorro en el uso del producto, se utilizan menos bidones y lógicamente contamina menos y todo eso termina en una repercusión económica tanto por el plus en los precios de la soja sustentable como la posibilidad de acceder a los bonos de carbono”, aportan algunos ejemplos desde Lipsa.
Entre las debilidades de producir en el norte se cuentan la falta de infraestructura, desde rutas y caminos, hasta incluso el acceso al agua potable en algunas localidades. “Esas deficiencias retrasan o impiden la radicación de industrias que generen valor agregado. Sin embargo, tanto la red de ferrocarriles como el puerto, con sus limitaciones, hacen más eficiente los costos logísticos”, comparan desde Lipsa y adelantan que, en el mediano plazo, seguirán creciendo en agricultura, a través de tierras de terceros en convenios de participación y se encuentran en la búsqueda de nuevos negocios para dotar de valor agregado su producción en sectores como snacks para mascotas y los industrias porcina y energética.
* Periodista de negocios especializado en empresas de familia (Twitter: @facusonatti)