Faltan cosechadoras para levantar la soja

La región central del país se encuentra en plena cosecha de soja, un momento crucial para los productores agrícolas. Sin embargo, este año ha habido un contratiempo debido a un pulso húmedo con precipitaciones tipo “temporal” que ha generado varios días consecutivos de lluvias y lloviznas.

Estas condiciones climáticas han impedido a los productores recolectar su grano de manera oportuna. Para poder retomar las labores de recolección, es necesario que el terreno se seque adecuadamente. Después de las intensas lluvias, se requieren unos días soleados y secos para que el suelo drene y se vuelva transitable para los implementos agrícolas. Esta situación favorable de lluvias abundantes, aunque deseable para el crecimiento de los cultivos, ha generado un lento avance en la recolección de la soja.

La acumulación de lotes maduros por levantar ha agravado un problema que ya viene afectando a los productores agrícolas desde hace algunos años: la falta de máquinas cosechadoras en cantidad y calidad. Esto ha generado un cuello de botella que pone en estrés al sistema agrícola en general y, en particular, al pequeño productor, quien suele ser el último en recibir el servicio de cosecha debido a la menor superficie que ofrece al contratista. La escasez de este tipo de equipamiento agrícola se debe a dos razones distintas.

Por un lado, está la cuestión económica, ya que las cosechadoras representan una inversión millonaria. El valor de adquisición de una cosechadora ronda los quinientos mil dólares o más, lo cual supone una barrera de entrada significativa para muchos productores. Sin embargo, este no es el principal obstáculo, ya que muchos productores estarían dispuestos a realizar el esfuerzo financiero si contaran con los recursos humanos capacitados para operar estas máquinas.

En el sector agropecuario, la falta de mano de obra calificada y con vocación es uno de los mayores desafíos. Aunque parezca paradójico, coexisten la necesidad de oportunidades laborales de calidad y la escasez de trabajadores capacitados para aprovecharlas. Ningún empresario responsable confiará un equipo de semejante valor a un operario con escaso conocimiento en la materia. Es lamentable que esta situación ocurra, ya que gran parte del dinero que podría quedarse en la región termina beneficiando a otras provincias gracias a los contratistas foráneos eventuales que llegan desde el norte cada año para acompañar la madurez de los cultivos.

 

Un operario de una cosechadora moderna trabaja entre cien y ciento cuarenta días al año en promedio, recolectando alrededor de cuatro mil hectáreas de diferentes especies. Por ejemplo, la cosecha de cereales de invierno puede llevar entre diez y quince días, la de girasol entre veinte y treinta días, la de soja entre treinta y cuarenta días, la de maíz entre treinta y sesenta días, y otros granos menores entre diez y veinte días. Las máquinas modernas son capaces de recolectar en promedio unas cuarenta hectáreas de cereales y oleaginosas por día, siempre y cuando las condiciones climáticas sean óptimas. Además, es necesario tener en cuenta los tiempos dedicados a reparaciones, mantenimiento y las jornadas en las que el clima impide trabajar.

Aunque trabajar en maquinaria agrícola requiere sacrificio, es una ocupación bien remunerada en comparación con otras actividades económicas. Además, deja tiempo libre para realizar otras labores fuera de la temporada de cosecha. Por lo general, este tipo de oficios se aprenden trabajando, ya sea a través de la herencia familiar o mediante la paciencia de hacer banco en una empresa donde el operario realiza tareas de menor importancia mientras adquiere experiencia.

Sería una excelente política contar con escuelas de arte y oficios que formen mano de obra especializada en este tipo de empleos, que ofrecen buenos salarios pero requieren conocimientos básicos de mecánica, tecnología informática y principios agronómicos de trilla. Para finalizar, es importante mencionar que los retrasos en la cosecha pueden acarrear diversos inconvenientes, dependiendo de cómo evolucione el clima. En general, cuanto más tiempo permanezca un cultivo al aire libre, mayores serán las probabilidades de que sufra daños.

En un negocio expuesto a las inclemencias del tiempo, como es el caso de la agricultura, la mercadería, en este caso la soja, está expuesta a vientos, incendios, granizo, inundaciones y otras adversidades que pueden afectar su calidad e incluso generar pérdidas económicas para la empresa.

Por Mariano Fava Ingeniero Agrónomo

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