Suelos sódicos y salinos: efectos sobre el cultivo de soja y alternativas de manejo

En el SE de Córdoba es común encontrar sectores con menor desarrollo y clorosis de los cultivos (manchoneo), particularmente en áreas planas y deprimidas y en épocas de déficit hídrico, atribuyéndose el problema a causas edáficas.

El exceso de sales solubles en el suelo, el problema de la salinidad, se encuentra distribuida en todo el mundo y afecta de manera variable a los cultivos. Según Naciones Unidas (FAO), un 6,5% de la superficie total del planeta corresponde a suelos salinos (397 millones de hectáreas) y suelos sódicos (434 millones de hectáreas). Nuestra región contempla una 129 millones de hectáreas, por debajo de Australia y Asia, concentrando 32 millones de ha. La Región Pampeana Central.

 

Siguiendo con el encuadre, focalizando en la provincia de Córdoba, el 14% de los suelos poseen algún tipo de salinidad, mientras que el 17% cuenta con elevados contenidos de sodio, tanto en la superficie como en profundidad. Se trata de sectores marginales para la agricultura y que han estado históricamente dedicados a la actividad ganadera. Sin embargo, la expansión agrícola, principalmente por la soja, ha conllevado el uso de suelos con capacidad III y superiores, con algunos limitantes. Se hace necesario, entonces conocer en mayor medida estos suelos que ahora se utilizan para el cultivo de soja, para comprender la magnitud del fenómeno de la expansión agrícola sobre superficies que corren riesgo de aumentar su deterioro. Manejo del suelo y cultivo, producción sustentable, son prácticas indispensables.

El cultivo de la soja

Cuando se estudia este cultivo en relación con la salinidad, se observa que es moderadamente sensible, aunque el comportamiento difiere con las variedades. El estrés por exceso de sal ha sido estudiado: inhibe la germinación, el crecimiento y la producción de semillas. Sin embargo, no se conoce mucho sobre el comportamiento de la soja frente al estrés por suelos con excesos sódico-alcalinos. Desde el año 2015 se están realizando investigaciones para conocer la respuesta del cultivo a esta limitante y evaluar prácticas de manejo para mitigar los efectos del sodio y acortar la brecha productiva entre sitios de alta y de baja productividad en ambientes con complejos de suelos (overos o “manchoneados”) en sistemas agrícolas puros en el sudeste de la provincia de Córdoba.

En los resultados preliminares, se determinaron que los rendimientos de 5000 kg/hectárea en los sectores de alta producción, mientras que la producción se reducía hasta diez veces en los sectores con influencia de suelos salinos y/o sódicos. Estos sectores se caracterizan por niveles de pH por encima de 8 y conductividad eléctrica superior a 0,5 dS/m en solución 1:2,5, entre los 20 cm y 40 cm de profundidad. En estos ambientes, donde la distancia entre los sectores de alta y baja productividad se acorta, resulta necesario aplicar tecnologías que mitiguen el efecto del sodio en el suelo en forma diferencial. Para ello, la agricultura de precisión puede jugar un rol importante a través de técnicas de manejo variable de siembra, fertilización, aplicación de enmiendas, entre otras.

Manejo de suelos sódicos

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La reducción del ascenso de la capa freática, el aumento de la infiltración, la recuperación de la cobertura y el mejoramiento de las condiciones físico químicas del suelo son técnicas utilizadas para recuperar, mantener y potenciar la productividad en ambientes salino-sódicos.

Entre las prácticas más utilizadas se encuentran el uso de material vegetal sobre el suelo en épocas de alta evapotranspiración y/o precipitaciones; la ruptura de la costra de la superficie de manera mecánica para facilitar la infiltración de agua: subsolado y uso de drenes topo para roturación profunda del suelo y generación de canales; utilización de especies vegetales adaptadas, mejoradas para condiciones de salinidad; y el uso de enmiendas químicas, como el yeso, para favorecer la estructura y disminuir el porcentaje de sodio intercambiable y el pH. La clave está en poder seleccionar y adaptar estas técnicas de mitigación y recuperación más adecuadas para cada ambiente.

La aplicación de sulfato de calcio se utiliza para mejorar suelos sódicos. Las dosis a utilizar dependen siempre del valor del porcentaje de sodio intercambiable (PSI) y de la capacidad de intercambio de cationes del suelo, aunque suele variar entre 2 y 4 toneladas por hectárea. La aplicación mecánica, superficial o en profundidad, permite un efecto más rápido, ya que se aumenta el contacto de la enmienda con las partículas del suelo. El sulfato de calcio se disuelve luego de la aplicación y libera cationes de calcio (Ca++) que reemplazan al catión sodio (Na+), lo que produce cambios significativos en las propiedades físicas del suelo y cuando el drenaje está asegurado, se favorece el lavado de sales del perfil.

Algunos investigadores han reportado cambios en la distribución del tamaño de agregados luego de 20-25 años de realizado el tratamiento. La aplicación de yeso al suelo puede ser de manera superficial aunque también se han encontrado resultados positivos con aplicaciones en profundidad. Desde el punto de vista fisiológico, el calcio participa en procesos de señalización durante la respuesta de las plantas a salinidad, forma parte de la estructura de membranas celulares y participa en la regulación de la actividad de algunos transportadores iónicos relacionados con el ingreso de sodio a la planta.

 

Fuente: INTA por María Bethania Aimetta

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