De boca de los mismos productores. Si hacía falta proyectar hacia dónde va el negocio agrícola, la última Encuesta Nacional de Productores Agropecuarios (ENPA), que realizó el Centro de Agronegocios de la Universidad Austral en asociación con el Centro de Agronegocios de la Universidad de Purdue (Estados Unidos), refleja cómo está mutando la actividad según la visión de los mismos productores. Un modelo con más capital intensivo por hectárea con vistas a crecer integrado en la cadena solo o de manera asociativa con otros productores. Va dejando protagonismo el modelo de varios años del “megaproductor” en tierras de terceros con apalancamiento.
Incluso, vinculado con los anteriores factores, para la soja no se perfila una expansión. Es una prueba de que también habrá más crecimiento en otros cultivos, como el trigo y el maíz y las producciones de carne vacuna, porcina y también de producción de leche.
Todas estas proyecciones se conocieron en la Conferencia Mundial de Management y Agronegocios de la Asociación Internacional de Management de Alimentos y Agronegocios (Ifama), realizada esta semana en Buenos Aires. Ifama es una ONG con foco en los agronegocios que tiene entre sus principales socios 25 universidades de los cinco continentes, entre ellas la Universidad Austral.
La encuesta abarcó a 818 productores de la zona núcleo de la pampa húmeda, en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. La superficie relevada representa el 87% de la producción de soja del país (48,9 millones de toneladas como promedio de los ciclos 2012/13 a 2015/2016).
Como dato clave, a cinco años siete de cada diez productores planean inversiones. Un 25,9% de los consultados expresó que se va a integrar a la cadena y asociativamente. Si bien a cinco años la opción de la expansión horizontal autónomo (más hectáreas/más producción sin socios externos) representa un 64,7%, y la horizontal asociado (con socios externos) un 29,4%, cobra relevancia el objetivo de crecer verticalmente. Así como la encuesta da un 25,9% que proyecta crecer verticalmente asociado (anexando hacia atrás o hacia adelante algún proceso productivo), hay otro 38,4% que prevé una expansión vertical autónomo (individualmente).
“No se piensa solo en el negocio agrícola tradicional, sino en ser más competitivos. El factor tierra no acomoda en función del negocio. Los productores ven en sus pueblos casos donde se hicieron más competitivos o ganan más plata”, apuntó Bernardo Piazzardi, profesor también en la Universidad Austral.
En el crecimiento vertical asociado, por ejemplo, los productores “mega” (más de 10.000 hectáreas) pasan de ser un 14% en los próximos 12 meses a un 54% a cinco años. Además, cuando se analizan los segmentos, un dato relevante es que mientras a cinco años un 14% de los productores sostuvieron que invertirán en bioenergía, en el segmento “mega” lo harán un 27%. Según los profesores de la casa de estudios, este escenario significa también todo un desafío para los mismos bancos para configurar créditos en línea con estas nuevas inversiones. “Ya hay bancos armando un nuevo plan de negocios en función de esto”, señaló Feeney.
De la encuesta surge una baja de los productores que arriendan. En una encuesta de 2009, el 80% de los productores alquilaban al menos una parte del total de la tierra cultivada. En 2012 ese porcentaje bajó al 72% y para la última encuesta está en el 61%. Esto significa que el productor no quiere tomar tantos riesgos por este lado del negocio.
Uno de los resultados de la encuesta es que “la soja es la única actividad sin expectativa de crecimiento a cinco años”. En tanto, para el resto de los cultivos tradicionales las perspectivas son al alza. Además, los segmentos que mayores expectativas de crecimiento muestran son los de proteína animal y en cultivos especiales.
“Se iría a una mayor diversificación de la matriz productiva en términos de granos y también en una mayor tendencia al agregado de valor a través de proteína animal”, sostiene el trabajo.
En soja, por segmento de productores, el mediano (300-600 hectáreas) tiene una expectativa de 0% de crecimiento en soja, pero sí un 57,1% en maíz/sorgo, 28,7% en trigo/cebada, 25% en leche, 32,1% en carne vacuna, un 100% en producción porcina, 69,4% en cultivos especiales y 55,8% en pasturas/pastizales. Yendo a otra punta del segmento de productores, en el grande (más de 1800 hectáreas) se observa una caída del 17,3% en cuanto al crecimiento en soja, pero hay un alza del 34,9% en maíz/sorgo, 18,3% en trigo/cebada, un 45,2% en carne vacuna y un 31,7% en carne porcina. Por otra parte, en el caso de los productores “mega” se aprecia un 525% de crecimiento en producción porcina, 60,7% en carne vacuna y 100% en leche.
“En la Argentina los productores no solo quieren ser productores, sino empresarios. Y poner fichas en otras cosas, mirar otro negocios”, dijo Roberto Feeney, profesor de la Universidad Austral.
“Por segmentos de tamaño, las actividades con mayor crecimiento proyectado a cinco años son para los productores medianos la actividad porcina, para productores comerciales (600 a 1800 hectáreas) pasturas y vacunos para carne, para los productores grandes la actividad de mayor crecimiento es la de los cultivos especiales, mientras que para los megaproductores se destacan como actividades de mayor crecimiento la porcina, vacunos (leche y carne) y pasturas”, sintetiza un balance sobre la encuesta.
Luego agrega: “Se destaca que los dos segmentos de productores de menor tamaño de la encuesta, medianos y comerciales son los que planean el crecimiento mayor: 26%, contra un crecimiento para todas las actividades de 8% para productores grandes y 14,5% para megaproductores”.
Que las perspectivas de crecimiento son contundentes es una buena señal. Sin embargo, también hay cuestiones que deben ir encontrando su cauce para que acompañen esas expectativas. “Fallamos en el financiamiento”, alertó Alejandro Reca, de Lácteos San Ignacio, que participó del congreso de Ifama. Se refería no solo a lo “caro”, sino a sus estructuras.
Se ven como Messi
La encuesta refleja otros comportamientos de los productores agropecuarios. Así, cuando se analizan los resultados por edad de los productores no hay diferencias para las estimaciones de inversión en los próximos 12 meses para los distintos rangos etarios. Sin embargo, cuando se evalúan los resultados de previsión a 5 años hay “correlación entre edad y las respuestas, donde es notoria la intención de realizar inversiones en los productores más jóvenes de la muestra”.
De los productores argentinos se observan otras características. Por ejemplo, que la mitad toman decisiones junto a su familia. Además, los productores tienen una fuerte identificación con las marcas, como en maquinaria agrícola. En semillas, por ejemplo, un 33% indicó que seguiría comprando la misma marca aún cuando el precio subiera más del 10 por ciento. El productor argentino se ve como eficiente en lo que hace tranqueras adentro y eso también es otra característica de su perfil. “Se consideran todos un Messi y están por eso más dispuestos a tomar riesgos”, analizó Roberto Feeney, de la Universidad Austral. En la compra de insumos, en tanto, el productor es selectivo comprando lo que necesita.
Radiografía de los productores
Jóvenes
En la Argentina, el promedio de edad de los productores encuestados se ubicó en 46 año. Son más jóvenes que en los Estados Unidos, donde el promedio se encuentra diez años por encima. En Inglaterra el promedio es de 70 años.
Instrucción
Alrededor del 61% de los productores encuestados tienen al menos un título universitario, en tanto que un 7% un título de posgrado. Solo un 5,5% de los productores encuestados no han completado estudios secundarios.
Residencia
Dos tercios de los productores viven en el mismo establecimiento o a menos de 50 kilómetros del campo. Esta proporción sube al 74% en los medianos y baja al 36,7% en los grandes y al 8,3% en los megaproductores.