Un productor de soja arriesga US$ 741 por hectárea y recibe apenas US$ 3,96 de ganancia

Entre las conclusiones, Roulet enumeró que el productor que siembra en campo alquilado arriesga US$ 741 por hectárea, que equivalen a 32 qq/ha, para obtener una ganancia de tan solo el US$ 3,96 por hectárea.

Por otro lado, el dueño del campo que alquila el campo a 12 qq/ha, una vez restado el costo impositivo le quedan neto US$ 114,11 por hectárea, lo que equivale a cobrar US$ 4,95 qq/ha.

Por lo tanto, Roulet concluye que “no todo lo que brilla es oro”.

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Al ingreso total de dólares que ingresan al país por una hectárea de soja, le resta las retenciones, el costo del puerto, de producción de alquiler e impositivo, obteniendo el ingreso final de un productor que siembra en campo de tercero.

En este caso, Roulet supone que el productor que realiza otras alternativas productivas y alquila parte de su campo. De esta manera al ingreso bruto por hectárea del alquiler le descuenta el costo de infraestructura (que parte lo compensa con las otras producciones alternativas) y el costo impositivo, cuyo resultado es el ingreso final por hectárea alquilada.

De esta manera, teniendo en cuenta los US$ 1155 por hectárea que ingresan al país por soja, estima cómo se reparte dicho dinero entre todos los eslabones participante de la producción primaria del cultivo de soja.

«La rentabilidad es un índice que mide la relación que existe entre la utilidad o ganancia obtenida o que se va a obtener, y la inversión realizada o que se va a realizar para poder obtenerla», explica Roulet. En este caso, estima la rentabilidad que obtiene cada uno de los dos de los participantes de la cadena productiva primaria del cultivo de soja:

  • El productor que siembra en campo alquilado
  • El dueño del campo que alquila.

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