“No hay nafta”. “No tengo gasoil”. “Te cargo, pero hasta tantos litros”. Son las frases más escuchadas en las estaciones de servicio o al pedir un camión de combustible agrícola para llevar al campo. El precio, relevante para la estructura de costos de producción, quedó relegado ante la posibilidad de no tener suficiente para encarar la siembra de gruesa y la cosecha de trigo que se viene.
Eso hace que se escuchen precios de 400$ a más de 600 $/litro. Pago contado y hay que llevarse la mercadería porque si no, no hay operaciones. Las razones que se esgrimen para este escenario son varias: no hay dólares para pagar importaciones, están especulando con una devaluación, hay paros en las refinerías, etc. A esta altura, poco importa. Lo real es que una nueva amenaza, bien concreta y tangible, se proyecta sobre el agro.
Fuente: Zorraquin Meneses