Crearon una asociación para que más mujeres trabajen en el agro; con su experiencia buscan impulsar y acompañar el camino de nuevos talentos

Una es de Azul, provincia de Buenos Aires, otra de Rancul, provincia de La Pampa, y otra de Rosario. Una es secretaria ejecutiva, otra economista y otra ingeniera industrial. Se conocieron hace más de 10 años trabajando en una agroexportadora multinacional y hoy las une la misma pasión: que más mujeres se sumen al agro.
Las Chicas del Agro: de una multinacional a multiplicar voces
Nicolle Samyn, Mónica Lucero y Victoria González son ex compañeras de trabajo y ahora socias. Las tres coincidieron en una multinacional agroexportadora donde cada una se desarrolló en su profesión: “Siempre decimos que por casualidad o causalidad nos desarrollamos profesionalmente en el agro”, relató Nicolle, que nunca tuvo relación con el campo y sin embargo hace más de 15 años que trabaja en el sector, ahora como consultora independiente.
Mónica quiso estudiar Agronomía, pero su papá le dijo que no era para mujeres y terminó estudiando Economía. Hace 13 años que trabaja en la agroindustria: “Mi invitación es que más mujeres se sumen y que puedan encontrar en el agro un lugar para desarrollarse profesionalmente”, expresó.
Victoria, por su lado, es ingeniera industrial y se desempeña hace casi 10 años en el área de Mejora Continua de la multinacional: “Queremos abrir puertas para que otras salgan a buscar oportunidades en la industria, que no quede en una mesa chica y seamos cada vez más”.
Con ese impulso en diciembre de 2022 nació Las Chicas del Agro, una Asociación Civil sin Fines de Lucro que busca inspirar, promover y acompañar el camino de las mujeres con el fin de alcanzar la paridad de género en un sector que mayoritariamente se compone de hombres.
Nicolle, Victoria y Mónica formaron Las Chicas del Agro
Las Chicas del Agro: por la paridad de género
Una experiencia personal en la pandemia hizo que Nicolle tomara la decisión de dejar su carrera en la agroexportadora: “El año y medio de encierro trabajé en casa con un nene de 2 años.Tenía que sostener el trabajo al mismo ritmo que antes, trabajaba a la 1 de la mañana. Luego quedé embarazada de mi segundo hijo. Sentía que tenía que dar un 100 % en todo, pero no me daba ni el físico ni la mente, por eso elegí estar bien yo y empezar desde otro lugar”.
Decidió renunciar y trabajar de modo independiente capitalizando toda su experiencia. Luego se reunió con Mónica y empezaron a pensar en armar algo que pudiera ayudar a otras mujeres: “Siempre estuvimos involucradas en temas de género. Por mi posición estuve en contacto con equipos de liderazgo y noté que a la mujer le supone un costo físico y emocional más alto que a los hombres. Hay un código invisible que existe en todas las industrias, pero más aún en la del agro, que está en su mayoría conducida por hombres”.
En 2022 el Índice de Brecha Global de Género publicado por el Foro Económico Mundial cerró en 68%. En Argentina el indicador es del 76%, lo que significa que el país avanza a un ritmo más acelerado que el promedio mundial.
“Si bien consideramos que mejoramos, todavía estamos lejos. Los datos nos ayudan a tener un termómetro pero nos gusta analizar la situación desde las propias experiencias de haber trabajado 15 años en el agro. Las mujeres nos enfrentamos a muchas normas invisibles, a distintos estereotipos y construcciones culturales que funcionan muchas veces como limitantes”, expresó Nicolle.
Desde su experiencia dio ejemplos: “Pareciera que la mujer que es ´reconocida´ es aquella que es fuerte, tiene garra, que alza la voz, una especie de sobre esfuerzo para insertarse. Por lo bajo me ha tocado escuchar frases como ´qué brava´ o ´qué carácter tiene´. A un hombre no se le cuestiona su carácter o su forma de ser y mucho menos su vida personal como si fuese lo normal que esté ahí y sea escuchado”.
La mujer viene adquiriendo cada vez un rol más importante en el mercado laboral, sin embargo desde la asociación consideran que aún falta mucho: “Si bien hay muchas chicas que están trabajando en el agro, a nivel mundial el porcentaje de líderes mujeres es muy bajo. Culturalmente aún estamos lejos de la paridad en cuanto al equilibrio de la vida personal y laboral. Las mujeres en promedio dedican 3 horas diarias más que el hombre a trabajos domésticos y de cuidado de persona no remunerados”, expresó
“Queremos estar en todo porque somos parte de una cultura que todavía no evoluciona en ese sentido. Hay que bajar el nivel de exigencia hacia la mujer. Desde el cuerpo y la imagen hasta su rendimiento”, agregó.
Tres ejes de acción: de la escuela al trabajo
Las Chicas del Agro trabajan de modo independiente: “Si bien muchas empresas están haciendo acciones, crearon comités de temas de paridad de género, no dejan de estar dentro de una política interna, un presupuesto anual y el alcance es limitado. Por eso la idea de crear esta asociación es traspasar eso y que sea un nexo entre toda la comunidad, entre jóvenes y mujeres que estén por insertarse en el mercado laboral”.
Sus líneas de acción se basan en tres ejes. El primero es “Empoderar a través del descubrimiento”, es el semillero y está dirigido a chicas que estén en los últimos años de la secundaria, a punto de egresar: “Empoderar no en relación a lucha de poderes sino a empoderamiento personal. El propósito de este eje es inspirar el futuro, la vocación y fortalecer el autoconocimiento. Muchas veces la elección de la carrera tiene que ver con lo que está a su alcance, lo que conocen por su familia, sus posibilidades. Por eso trabajamos mucho el descubrimiento personal del propósito”.
En este punto señalaron que trabajan en conjunto con la Bolsa de Comercio de Rosario, en un programa que se llama Agromakers: “Hacemos foco también en que conozcan la agroindustria. En la mayoría de las escuelas de pueblos del interior hay muy poca información respecto a las carreras ligadas al sector y no conocen las posibilidades que hay. Abrir esas puertas, hacer un nexo y llegar a ese público para ver otras alternativas”.
El segundo eje se llama Empoderar a través de oportunidades. Está dirigido a jóvenes universitarias, terciarias, que estén en los dos últimos años de carrera o haciendo alguna formación: “La idea es acercar vivencias y posibilidades que favorezcan a su autonomía. Lo que más nos interesa es darles herramientas para que puedan reconocer sus capacidades. Por ejemplo, conversamos con estudiantes de veterinarias que deciden y quieren trabajar con animales grandes, sin embargo está establecido que las mujeres tienen que dedicarse a animales chicos y cuando plantean otra cosa es todo un hito. Nosotras queremos que rompan eso”.
Nicolle detalló que recientemente en Río Cuarto lanzaron un programa de acompañamiento individual enfocado a jóvenes universitarias y terciarias, a modo de coaching gratuito, para las que estén terminando la formación y estén próximas a la inserción laboral, ya sea pasantías o un trabajo estable: “Para eso formamos alianza con Vivir como Coach, una empresa que brinda este servicio. Ya se anotaron más de 60 jóvenes. Dura 5 meses, son 2 a 4 reuniones individuales mensuales con cada coach asignado. Luego finaliza con un taller de creencias potenciadoras en la Universidad Nacional de Río Cuarto, con el apoyo de Fundación Cargill”.
El tercer eje es Empoderar a través del trabajo, dirigido a mujeres que quieran desarrollar un oficio o habilidad, que ya están insertas en el mercado laboral, no necesariamente dentro de la industria. Según indican, existen muchos estereotipos respecto a las posiciones u oficios que son ´masculinos´ y trabajan para romper ese concepto.
“Uno de sus objetivos es acercar las posibilidades que tiene la agroindustria y la necesidad de distintos perfiles, conocimientos, habilidades, oficios que muchas veces ya sea porque no tienen una relación con el campo directa o porque viven en ciudades. El agro tiene una diversidad de salidas laborales muy amplia, no es solo agronomía. Manejar un tractor pareciera que es un trabajo de hombres pero hoy está muy facilitado gracias a la tecnología”, expresaron desde la organización.
Al respecto, Nicolle contó un caso similar: “En un evento que hicimos en abril en América llevamos a Marina Fernández, una mujer que es sostén de hogar de tres chicos. En época de pandemia trabajaba en una iniciativa municipal de mujeres en la huerta, y se vio en la necesidad de buscar un ingreso mayor. Un día se enteró que Cargill buscaba una operaria mujer para cosecha para la planta de acopio. Empezó a trabajar con un contrato temporal, la primera y única mujer en ocupar ese puesto y luego quedó en planta permanente. Actualmente forma parte de un equipo de 17 hombres y labura a la par haciendo lo mismo”.
Y continuó: “Le pasaba que siempre se sentía en deuda. Era la que se tenía que ir porque tenía un hijo enfermo o tenía que buscar a los hijos en algún lado mientras los otros compañeros hombres estaban trabajando. Ella les decía que podían hacer eso porque tenían mujeres que los esperaban con la comida y los hijos bañados. Sin embargo, le angustiaba ese tema. Cuando tenía que faltar al otro día sentía que tenía que dar el doble. Todo esto consecuencia de la cultura donde vivimos”.
Red de embajadoras
A menos de un año de creación de la organización, les sorprende la velocidad con la que están creciendo, y esto se debe a que hay una necesidad y un interés muy fuerte por parte de la comunidad.
Desde la organización realizan relevamientos locales en todo el país y desarrollan contenidos en base a las necesidades que detectan: “Muchos cursos los damos nosotros, como en las escuelas y en otros hacemos alianzas con instituciones, consultores o coaches que asesoran en temas específicos”, detalló.
Tienen distintas formas de participación en la comunidad. Realizan convenios con empresas, con miembros que apoyan económicamente la asociación y está el rol de las embajadoras que llevan la voz de las Chicas del Agro a sus comunidades: “Tenemos 23 embajadoras principalmente en provincia de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y La Pampa. En cada proyecto que hacemos localmente su rol es muy importante”.