El esfuerzo por ordenar la macro es positivo, pero le pega a las industrias y sectores comerciales por la caída del consumo y la falta de competitividad exportadora
Este año caerá la faena y eso significa menos productividad. Además, crecen los costos y la demanda perdió poder de fuego, por lo que muchas empresas debieron suspender turnos de trabajo. En los eslabones intermedios de la cadena la situación es crítica.
Marzo fue el mes en el que se puso en real evidencia el verdadero esfuerzo para ordenar el desbarajuste económico. Nos alienta que la inflación disminuye, el riesgo país baja y los mercados responden favorablemente a que el país salga adelante. Un plan que se lo conoce como motosierra y licuadora.
La industria cárnica nos es ajena a la caída de actividad de la economía. Si bien en comparación con otros sectores industriales la rueda sigue girando, el incremento de los costos (energía, combustibles, salarios), los valores firmes de la hacienda junto con una demanda externa e interna alicaídas, generan inelasticidad de ambos extremos, como lo veníamos anticipando en ediciones anteriores, y coloca a los eslabones intermedios en situación de “crisis”.
A finales de año y principios de este, anticipamos que proyectábamos una caída en la faena bovina de al menos 10 %, lo que significaban 1,5 millones de vacunos menos en todo 2024. La faena del primer trimestre proyectada nos daría un total apenas superando los 13 millones, pero marzo respecto a febrero, analizando la faena por día hábil de actividad, nos muestra una caída del 5%, motivo por el cual tal vez la disminución sea aún mayor.
En el caso del cerdo, en marzo hubo un crecimiento en la faena por encima del 4 % respecto a febrero y si bien la proyección daría por debajo de los 8 millones de capones, creemos que se podría revertir en los meses subsiguientes, siguiendo la tendencia de los últimos años.
La poca capacidad adquisitiva del consumidor argentino puso un techo en la evolución de precios de la carne bovina y de manera indirecta en los de la carne porcina. Ante la imposibilidad de trasladar los mayores costos a precios, todas las empresas están ajustando sus costos, suprimiendo horas extras e incluso hay casos de suspensión de algunos turnos de trabajo.
Ese es el último recurso al que los empresarios quieren llegar porque la formación de un trabajador de la carne demanda mucho tiempo e inversión, pero es necesario acotar las dotaciones a la nueva realidad productiva para sostener las plantas operativas.
En este contexto, seguimos insistiendo con la necesidad de los controles que deben realizar los distintos entes gubernamentales en materias laborales y previsionales (empleados en blanco), fiscales, sanitarios y comerciales. La competencia desleal que representan los establecimientos que no cumplen con algunos de los aspectos mencionados destruyen a las empresas organizadas.