En la campaña 2025/26, las malezas volvieron a ocupar un lugar central en la agenda técnica del agro argentino. Consideradas por muchos especialistas como el principal factor biótico que limita la producción agropecuaria, estas especies no solo compiten con los cultivos por recursos como agua, luz y nutrientes, sino que también impactan en la calidad del grano cosechado, generan penalizaciones comerciales y, en algunos casos, pueden comprometer la inocuidad alimentaria.
En diálogo con Clarín Rural, Juan Pablo Martínez, ingeniero agrónomo asesor del estudio EDM, en el sudoeste bonaerense, destacó que este año las lluvias otoñales generaron condiciones ideales para una emergencia masiva de malezas, particularmente crucíferas y rama negra. Sin embargo, aclaró que el manejo temprano permitió contener la situación: “Hoy estamos viendo un panorama más tranquilo gracias a la adopción de herbicidas residuales de largo efecto, que permiten actuar sobre las malezas en sus primeros estadios y con mayor eficacia”, explicó.

Por su parte Marcos Yanniccari, investigador del Conicet, alertó sobre la complejidad del manejo invernal: “Ryegrass y las crucíferas, como el nabo, son las malezas que más condicionan las decisiones de manejo. En muchos casos presentan biotipos con resistencias múltiples a glifosato, ALS, ACCasa o incluso herbicidas auxínicos”, señaló. Frente a eso, el especialista coincide con Martínez en que los herbicidas residuales se han convertido en herramientas fundamentales, pero advierte que no bastan por sí solos: “Siempre hay malezas que emergen antes o después del tratamiento residual. Por eso se requiere también el uso estratégico de productos post-emergentes y un monitoreo constante del estado fenológico y perfil de resistencia”.
Camilo Montes, técnico de INTA General Pico, en La Pampa, enumeró en un trabajo reciente las especies más problemáticas de cada momento del año. Durante la temporada de primavera y verano, especies como yuyo colorado, rama negra, morenita, lecherón, cloris y pata de gallina afectan con fuerza a los cultivos de maíz, soja y girasol. En tanto, el otoño-invierno muestra otro abanico de problemáticas: en los barbechos químicos y los cultivos como trigo o verdeos se destacan rama negra, crucíferas como nabo o colza, avena guacha, raigrás, ortiga mansa y pasto de liebre.
Según Montes, la raíz del problema no está solo en las malezas sino en ciertas prácticas productivas reiterativas: “La falta de rotación de cultivos y el uso repetido de los mismos herbicidas favorecen la aparición de biotipos resistentes”, advirtió.
En este escenario es vital reducir al mínimo el uso de herbicidas en los lotes. Sistemas de aplicación selectiva como el WeedSeeker, sumados al mapeo de malezas con drones, están transformando la manera de aplicar productos. “La posibilidad de aplicar solo donde hay maleza permite un ahorro importante en productos, algo clave en un año con márgenes ajustados”, detalló Martínez. Las pulverizadoras modernas, equipadas con mapas de prescripción generados desde el aire, dosifican insumos con precisión quirúrgica, marcando un salto en eficiencia y sustentabilidad.
A su vez, los especialistas remarcan que las estrategias no químicas también son parte del paquete. Montes resaltó el rol de los cultivos de cobertura para competir con las malezas, reducir el tiempo de barbecho y mejorar la salud del suelo. El control mecánico con herramientas de mínima remoción también colabora con una gestión más diversa y sustentable.
En un informe reciente de la Red de Manejo de Malezas de Aapresid, Pablo López Anido, socio fundador de dicha red, ofreció una mirada reflexiva: “Las plagas resistentes no son el problema, son el síntoma de un sistema que aún tiene cuentas pendientes y que necesita ampliar la mirada. La agricultura avanzó con tecnologías en algunos frentes, pero dejó otros desatendidos. El desafío es pensar una agricultura lo más diversa posible”.

Y Esteban Bilbao, asesor del sur bonaerense, resumió el momento con una imagen clara: “Todavía hay dos velocidades: la de los que piensan en el pasado, presente y futuro… y la de los que siguen eligiendo el atajo rápido. Llegaron nuevos modos de acción, biotecnologías, aparecieron las aplicaciones sitio-específicas, los drones sobrevolaron los lotes, y la inteligencia artificial se metió de lleno en la toma de decisiones. Pero no todos avanzan al mismo ritmo”.
La carrera, en definitiva, no es contra las malezas, sino por un sistema que aprenda a convivir con ellas sin hipotecar su sustentabilidad.