Iban por buenos consejos y el profe Lus les llenó el cuaderno de preguntas

En cada encuentro alfalfero hay voces esperadas, son un clásico de un sector que se consolida y que tiene mucho para crecer, aún. Junto a otras, las proposiciones del ingeniero y asesor Juan Lus son momentos de movilización del auditorio.

“Me asignaron exponer sobre fertilización en alfalfa que, como sabemos, es un tema postergado en la producción de alfalfa, pero quise detenerme en algunas reflexiones previas, y es por ello que más que respuestas aquí traigo un puñado de preguntas”, avisó Juan Lus. Y allí nomás lanzó la primera inquisición retórica: “¿Me quieren contar por qué la genética mejoró un montón nuestras semillas y la producción de alfalfa sigue estancada?”

La tesis de la exposición era transparente: podemos integrar al suelo mucho de lo que se le extrae y eso está bien, pero sospecha estaba puesta en que estamos ante un problema de manejo. Y para que el auditorio se desperezara quiso saber: “¿Cuánto sabemos de las características del suelo donde sembramos?, y ¿qué características ambientales posee el lote donde sembramos semillas de punta?”

El murmullo del auditorio hace presumir un estado de sorpresa al pensar en aquellas cuestiones que ya se creían saldadas. Pero, parece que no…

“Todos sabemos que la alfalfa necesita un pH neutro a básico, alejado de la acidez. A la alfalfa no le cae bien la acidez pues limita la acción de los rizobium”, señala el profesional y ahí nomás quiere saber: “En los lotes donde siembran alfalfa, ¿están cubiertas las necesidades de nitrógeno? La alfalfa necesita por lo menos 30 kgs de N por hectárea”.

En la pantalla desfilan diversas raíces de alfalfa, las que debieran ser (1 y ½ metro buscando humedad y nutrientes) y las que se encontraron en estudios realizados en la última campaña: cortas, y plegadas, buscando en la superficie lo que no encuentra en la profundidad.

La alfalfa es gaucha pero requiere que la traten bien: necesita P, Ca y S. Demanda nutrientes suficientes para expresar su plenitud, y por supuesto los controles pertinentes de malezas, enfermedades y enemigos.

El profe no podía irse sin una última requisitoria: “¿Cómo está el suelo donde sembramos una pequeña semilla a un cm de profundidad? No tiene que estar compactado, tiene que estar aireado, accesible, amigable”. Y la compactación muchas veces denuncia ausencia de minerales benéficos.

Al final, Juan Lus subrayó la necesidad de tener precisos estudios de suelo, y pidió disculpas a quienes esperaban respuestas pues solo tuvo para compartir algunas preguntas.

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