La Bolsa de Cereales lanzó la nueva campaña agrícola con expectativas de crecimiento en maíz y girasol, pero advirtió que la presión impositiva sigue afectando la competitividad del agro argentino.
La Bolsa de Cereales presentó el Lanzamiento de la Campaña Gruesa 2025/26, con las primeras proyecciones de producción, exportaciones y recaudación para el nuevo ciclo. Según el informe, la producción total alcanzaría 142,6 millones de toneladas, un 8,9% más que el año pasado, con récords en maíz (+18,4%) y girasol (+16%), aunque la soja retrocedería 3,6%.
El presidente de la entidad, Ricardo Marra, reiteró que «los impuestos distorsivos sobre la producción deben ser eliminados», en clara referencia a las retenciones a las exportaciones. Si bien destacó medidas positivas como la eliminación de la brecha cambiaria, la apertura de mercados y la desburocratización del comercio, advirtió que el sector necesita reglas de juego estables y previsibles para sostener la competitividad a largo plazo.

La superficie destinada a los principales cultivos se estima en 17,6 MHa para soja, 7,8 MHa para maíz, 2,7 MHa para girasol y 0,9 MHa para sorgo. Además, la entidad resaltó una mayor intención de los productores de incorporar tecnología y fertilizantes, lo que podría potenciar rendimientos y acercar al país a un piso de 155 millones de toneladas si se consolidan políticas estables.

En el plano económico, las exportaciones del agro crecerían 3,3% hasta llegar a 32.938 millones de dólares, mientras que la recaudación fiscal vinculada al sector alcanzaría 12.905 millones de dólares (+6,5%). A su vez, el valor agregado bruto de las cadenas agrícolas se ubicaría en 43.237 millones de dólares, lo que confirma el peso estructural del campo en la economía nacional.
De cara al tablero regional, la Bolsa advirtió que Brasil sigue liderando en soja y carne, mientras que Uruguay y Paraguay consolidan nichos con mayor trazabilidad y valor agregado. Para Argentina, el desafío pasa por aprovechar las buenas condiciones productivas sin perder competitividad frente a sus vecinos y frente a los nuevos estándares globales, donde la sustentabilidad y la huella de carbono ya marcan el rumbo de los negocios internacionales.

En síntesis, la campaña se proyecta como una de las más auspiciosas de los últimos años, pero el agro argentino sigue condicionado por la carga impositiva, la falta de infraestructura y la volatilidad de las políticas públicas. La oportunidad está sobre la mesa: consolidar récords productivos y recuperar protagonismo en el comercio mundial de granos depende de decisiones que aún están pendientes.