El inicio de la campaña favoreció a los productores, pero las heladas de julio y la fuerte competencia del hemisferio sur complicaron los envíos de mandarinas y naranjas tardías.
La campaña de cítricos argentinos comenzó con buenas perspectivas gracias a la menor producción en Brasil y Estados Unidos, lo que abrió una ventana de oportunidad para los primeros envíos de naranjas al exterior. Exportadores locales reconocen que los embarques iniciales superaron lo previsto, con variedades como Salustiana, Newhall, Washington Navel y Midknight, en un contexto internacional marcado también por la reducción de envíos desde Egipto debido a mayor consumo interno destinado a concentrados.
Ese escenario inicial se vio alterado con la llegada del invierno en el hemisferio sur. La helada de julio provocó pérdidas de alrededor del 50% en mandarinas y afectó también a las naranjas, reduciendo el volumen disponible para exportación. Esta merma elevó los costos unitarios y restó competitividad frente a otros países productores.
En paralelo, la abundante oferta sudafricana en los mercados internacionales coincidió con meses de menor consumo en el hemisferio norte, lo que presionó las cotizaciones de las naranjas tardías. Los valores mínimos se ubicaron en torno a US$13 por caja de 15 kilos en categoría 1, mientras que las calidades inferiores se negociaron entre US$11 y US$12, cifras que los operadores consideran insuficientes para sostener márgenes positivos.
A pesar de estas dificultades, el sector avanza en diversificación varietal, destacando los primeros envíos de naranjas Caracara, una variedad sanguínea de nicho que comenzó a posicionarse en algunos mercados especializados. Aunque no reemplazará a las variedades tradicionales, ofrece un complemento atractivo dentro de la oferta argentina.
Los exportadores también resaltan la necesidad de superar desafíos logísticos, ya que alcanzar ciertos destinos implica tiempos de tránsito de hasta 70 días, con múltiples trasbordos que incrementan riesgos y costos.
De cara a la próxima campaña, las expectativas son más alentadoras. La floración anticipa una cosecha abundante, aunque la calidad final dependerá de la evolución climática. Los productores confían en que un mayor volumen permita reforzar la presencia argentina en sus mercados tradicionales y explorar nuevos destinos, recuperando así la competitividad que este año se vio limitada por factores externos e internos.