Con la incertidumbre electoral despejada, el sector ganadero vislumbra un horizonte de mayor previsibilidad. El Rosgan destaca que la estabilidad política puede impulsar decisiones estratégicas en un momento clave para recomponer stocks y fortalecer la producción.
El resultado electoral favorable al Gobierno trajo algo que el campo venía reclamando desde hace meses: previsibilidad. Luego de un año de marcada volatilidad política y económica, el nuevo escenario abre la posibilidad de planificar la ganadería argentina a largo plazo, una condición esencial para un sector cuyos ciclos productivos requieren horizonte y confianza.
Así lo destacó el último informe del Rosgan (Mercado Ganadero de Rosario), que analizó el impacto del nuevo contexto político sobre la actividad. «Tras el resultado electoral, el panorama comienza a despejarse luego de meses de incertidumbre, para dar paso a un terreno más estable, aunque aún demandante en materia económica«, señaló el reporte.

Desde el punto de vista institucional, el informe subraya que la mayor representatividad del Gobierno en ambas cámaras legislativas podría acelerar el tratamiento de reformas estructurales pendientes -tributaria, laboral y previsional-, consideradas claves para «modernizar el Estado, devolver competitividad al sector productivo y promover un crecimiento sostenido de la economía real«.
En un rubro como el ganadero, donde las decisiones se toman a varios años vista, la previsibilidad es tanto o más valiosa que el precio. Por eso, el Rosgan remarca que el nuevo clima político ofrece una oportunidad para definir estrategias productivas de fondo, entre ellas, la retención de hembras -una decisión determinante en esta época del año-. En palabras del informe, «una de las definiciones más importantes para el productor es decidir si las vacas o vaquillonas de reposición serán incorporadas al servicio o destinadas al engorde y venta».

La dinámica reciente muestra cómo la política y la economía se entrelazan en las decisiones del campo. Según el Rosgan, en 2023, pleno año electoral, el porcentaje de terneras que continuaron fuera de los corrales de engorde cayó del 75% al 72%, una baja más vinculada a la incertidumbre política que a los factores climáticos. En los ciclos siguientes -2024 y lo que va de 2025-, se observa una paulatina recuperación en la recría de terneras, aunque todavía sin alcanzar los niveles previos.
Los datos de stock confirman esta tendencia. El número de vaquillonas registradas a fin de cada año viene cayendo desde hace casi una década, y en los dos últimos ciclos la reducción se aceleró: el rodeo perdió unas 800 mil cabezas entre 2023 y 2024. Este retroceso, explicó el Rosgan, responde tanto al bajo nivel de reposición como al alto porcentaje de vaquillonas enviadas a faena.

Durante 2023 se faenaron más de 4 millones de vaquillonas, equivalentes al 52,5% del stock inicial de 7,7 millones, con una pérdida neta de más de 300 mil cabezas. En 2024, aunque el volumen de faena se mantuvo, el stock menor implicó una extracción del 54,6%, lo que redujo en casi 500 mil el número total de animales. En 2025, los datos a septiembre muestran un nuevo aumento del 4,1% en la faena de vaquillonas, superando los 2,9 millones de cabezas, con un 3% más de animales encerrados en feedlots respecto del mismo mes del año anterior.
Este ritmo de faena indica que la tendencia todavía no se revierte. «Durante el último trimestre del año, los feedlots suelen incrementar el volumen de faena, lo que podría prolongar la presión sobre el stock de hembras jóvenes«, advirtió el informe. En cambio, las vacas adultas muestran un comportamiento distinto: tras los picos de 2023 -con casi 3 millones de cabezas enviadas a faena-, la cantidad sacrificada cayó 11% en 2024 y siguió bajando en 2025, con 1,9 millones de vacas faenadas hasta septiembre, unas 200 mil menos que en igual período del año anterior.
En el plano económico, el reporte subraya que comienza a verse una revalorización de los vientres para reposición, producto de la recuperación de precios y la menor oferta. «Hoy reponer un vientre preñado cuesta en promedio $1,7 millones, mientras que una vaca liviana para faena se paga cerca de $1900 por kilo, lo que equivale al 45% del costo de reposición«, detalló el Rosgan. En otras palabras, reponer un vientre nuevo equivale al valor de 2,2 vacas de refugo, cuando hace un año esa relación era de 2 a 1.
«Esta valorización de los vientres refleja los buenos valores que viene registrando la hacienda, aun en un contexto interno hasta ahora altamente incierto y volátil«, concluyó el informe. Pero también marca una señal: el mercado empieza a reconocer el valor de la retención y la planificación, dos factores que solo prosperan en contextos estables.
Con la incertidumbre política en retirada y un escenario internacional favorable para la carne vacuna -con precios firmes y demanda sostenida-, la ganadería argentina podría volver a pensar en el largo plazo. El desafío, como siempre, será convertir la estabilidad política en previsibilidad económica, para que los productores puedan invertir, retener vientres y proyectar crecimiento sin que cada cambio de gobierno vuelva a alterar el rumbo.

