La empresa cordobesa Montecor impulsa un cambio cultural en la gestión de efluentes y descartes agroindustriales; con tecnología nacional, propone transformar lo que antes era un problema ambiental en biogás, biofertilizantes

Durante años, hablar de estiércol, purines o vinazas en el agro era sinónimo de complicaciones: olores, napas contaminadas, altos costos de traslado y exigencias regulatorias. Sin embargo, esa mirada comenzó a revertirse. Lo que antes era un pasivo ambiental hoy se consolida como un recurso estratégico que genera valor económico y ambiental.
En el centro de este cambio está Industrias Montecor, una firma argentina que apostó por la innovación tecnológica para convertir los residuos orgánicos en fuentes de energía, fertilidad y competitividad. “Queremos que cada productor vea en sus residuos una oportunidad. La tecnología está disponible; lo que falta es dar el paso cultural hacia la valorización de lo que antes se desechaba”, resume su titular, Gastón Borgiani.

El nuevo paradigma: del costo al valor
La transformación de los desechos en recursos ya es una realidad. Con el apoyo de nuevas tecnologías, regulaciones ambientales más estrictas y mercados internacionales que exigen reducir la huella de carbono, el agro argentino empieza a capitalizar lo que antes era un problema.
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Los residuos orgánicos pueden convertirse en:
- Biogás, que sustituye combustibles fósiles.
- Biofertilizantes, que reemplazan insumos minerales importados.
- Compost, que mejora la estructura del suelo.
- Energía eléctrica y térmica, que brinda autonomía a los establecimientos.
El impacto no se limita al ambiente: los productores logran reducir costos, generar ingresos adicionales y mejorar su reputación frente a consumidores y mercados cada vez más exigentes.

Casos concretos de economía circular
En granjas porcinas, los purines se canalizan hacia biodigestores que producen biogás y fertilizantes líquidos. En feedlots bovinos, la separación sólido-líquido permite obtener compost de calidad y reducir la carga contaminante. Y en agroindustrias —como bodegas, ingenios o plantas frutihortícolas— los residuos se transforman en energía limpia y bioinsumos.
Cada experiencia demuestra que la bioeconomía circular dejó de ser una promesa para convertirse en una práctica tangible que eleva la competitividad del campo argentino.
Tecnología nacional con visión sustentable
Montecor desarrolla sistemas de separación sólido-líquido, biodigestores inteligentes con sensores IoT y otras soluciones diseñadas para simplificar la gestión y maximizar los beneficios ambientales y económicos.
Argentina, además, cuenta con una ventaja natural: la enorme disponibilidad de biomasa residual en todas sus regiones. Desde la Pampa Húmeda hasta el NOA y el NEA, los residuos agroindustriales representan una oportunidad latente para generar energía y fertilidad localmente.
Beneficios para las comunidades rurales
La valorización de residuos también tiene un fuerte impacto social: menos olores, menos contaminación de napas y cursos de agua, más empleo local y energía limpia que fortalece el desarrollo rural.
La historia de Montecor refleja algo más que innovación industrial: es el símbolo de un cambio cultural en el agro argentino, donde la sustentabilidad se convierte en una ventaja competitiva y un compromiso compartido con el futuro.
