En el sudeste bonaerense, productores y asesores adoptan nuevas estrategias para frenar el avance del raigrás y las crucíferas, con herramientas de control más eficaces y sostenibles.
El raigrás (Lolium multiflorum) sigue siendo la maleza número uno en los cultivos de invierno del sudeste y sudoeste bonaerense. Su expansión, junto con las crucíferas como el nabo (Brássica rapa), genera pérdidas de rendimiento y eleva los costos de producción, obligando a los asesores a revisar sus estrategias de manejo. El ingeniero agrónomo Pablo Errazu, con más de 20.000 hectáreas bajo su asesoramiento en la región, señala que los herbicidas pre-emergentes con alto poder residual marcaron un antes y un después en el control de estas malezas. «Desde su incorporación en 2018, el cambio fue enorme: logramos un control efectivo del raigrás y pudimos sostener la productividad incluso en zonas con rotaciones muy exigidas», explica.
En el sudoeste, donde predominan los cultivos de fina como trigo y cebada, la secuencia de varios años seguidos de invierno genera una fuerte presión de malezas. Allí, contar con un residual que cubra desde el barbecho hasta el fin del macollaje se volvió clave. En el sudeste, en cambio, las rotaciones son más diversas e incluyen soja, maíz y girasol, lo que permite alternar estrategias, aunque la problemática del raigrás sigue siendo central.

La experiencia de los técnicos muestra que el momento de aplicación es determinante. «Es preferible aplicar unos días antes de la siembra y esperar una lluvia que lo incorpore al suelo. Si se aplica detrás de la sembradora y no se produce ese evento climático, el riesgo de escapes es alto», explica Errazu. La flexibilidad operativa que ofrecen los nuevos productos, con control prolongado de 70 a 80 días, aporta seguridad en escenarios de lluvias variables.
Otro punto valorado es la baja dosis de aplicación, que mejora la logística y reduce el impacto ambiental. Con apenas 180 a 210 cc/ha en cultivos de fina y hasta 355 cc/ha en gruesa, se simplifica el manejo y se disminuye la cantidad de envases. «Son formulaciones de banda verde, con foco en la sustentabilidad y la seguridad del operario», agrega el asesor.
El control del raigrás y de las malezas emergentes exige hoy una visión integral, combinando productos residuales eficaces con rotaciones planificadas y monitoreo constante. Las herramientas disponibles marcan un cambio de paradigma en el manejo agronómico: más tecnología, más previsión y un fuerte compromiso con la eficiencia productiva y el cuidado ambiental.

