Un documento regional presentado en Belém refuerza que el agro sudamericano es parte de la solución climática y exige que la COP30 reconozca su aporte productivo y ambiental.
En plena COP30, que se desarrolla en la ciudad brasileña de Belém, el Espacio Parlamentario Agroindustrial Sudamericano (EPAS) difundió un comunicado conjunto que marca posición frente a las negociaciones globales sobre cambio climático. El documento subraya que el agro de la región -desde la agricultura y la ganadería hasta la agroexportación y la agroindustria- constituye un actor central para la producción de alimentos, la seguridad energética y la sostenibilidad ambiental, y reclama que las decisiones internacionales reconozcan esta realidad.
El pronunciamiento destaca que Sudamérica aporta más del 30% del mercado mundial de granos y carnes, además de una participación estratégica en frutas, hortalizas y productos procesados. Esta relevancia, señalan, se sostiene en buenas prácticas agropecuarias, manejo responsable de recursos naturales y tecnologías que permiten reducir huellas ambientales. En ese marco, el EPAS remarca que el sector funciona como sumidero natural de gases de efecto invernadero, un punto que busca ser incorporado con mayor peso en las agendas climáticas.
El documento también pone el foco en la heterogeneidad productiva de la región y advierte que cualquier política global debe adecuarse a las realidades locales mediante instrumentos proporcionales, verificables y acompañados de financiamiento. En esa línea, sostiene que las medidas unilaterales o descoordinadas generan impactos negativos sobre la competitividad, la inclusión productiva y la previsibilidad comercial, especialmente en países con alta proporción de pequeños y medianos productores.
Además, las coincidencias regionales remarcan la necesidad de un comercio internacional previsible, con reglas claras y coherentes con los marcos normativos nacionales. El comunicado subraya que el sector agropecuario-forestal es parte de la solución al cambio climático, y no un obstáculo, y que los compromisos climáticos deben incorporar la evidencia técnica presentada por cada país y por los espacios público-privados del agro.
Entre los puntos centrales, se exige financiamiento climático justo y estable que permita avanzar hacia sistemas productivos más sostenibles y la promoción de la formalización y titulación de pequeños y medianos productores para integrarlos plenamente a las cadenas de valor. También se destaca el rol de Sudamérica en la seguridad alimentaria global y en la transición energética, áreas donde la cooperación internacional es clave.
El EPAS solicita además la apertura de canales formales de diálogo dentro de la COP30 para incluir la evidencia regional en la elaboración de agendas de acción, verificación y financiamiento. El comunicado se posiciona como un insumo para que los parlamentos sudamericanos y los espacios agropecuarios nacionales respaldan una postura común, fortaleciendo la voz de la región en las negociaciones climáticas internacionales.
En síntesis, Sudamérica busca dejar en claro que su agroindustria no solo produce alimentos y aporta divisas, sino que también integra soluciones ambientales que deben ser reconocidas, valorizadas y sostenidas por políticas globales equilibradas.

