Soja y Trigo en tensión: Argentina ajusta expectativas mientras Brasil gana peso en el comercio regional

China desacelera compras, Brasil exporta a ritmo récord y el trigo argentino enfrenta presión de cosecha. Un mercado global volátil obliga al agro local a recalcular.

El cierre de noviembre dejó al mercado agrícola regional en un escenario donde cada movimiento externo repercute de manera directa en la Argentina. El informe de la Universidad Austral confirma que, pese a algunas señales positivas, la dinámica global de soja, trigo y maíz obliga a los productores locales a operar con cautela. Mientras China muestra dudas en sus compras, Brasil emerge como un competidor cada vez más determinante, y la oferta local de trigo presiona los precios en plena cosecha.

En el segmento de soja, las compras chinas de poroto estadounidense fueron la noticia dominante, aunque el mercado recibió esos anuncios con cierto escepticismo. Los embarques rondan las 12 millones de toneladas, un volumen considerado modesto y que no alcanza para sostener precios firmes. A esto se suma que la soja brasileña sigue siendo más barata y que China mantiene stocks elevados, en un contexto de reducción de su piara porcina, lo que deriva en una demanda más débil. Para la Argentina, la situación internacional encuentra al productor con una siembra que avanza lento: apenas el 24,6% implantado, con un atraso de 11 puntos frente al año pasado, debido a lluvias constantes que complican el piso de los lotes. En paralelo, el mercado local mostró cierta mejora en precios gracias al empuje del aceite y la harina, aunque el volumen de negocios comenzó a disminuir.

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En trigo, la presión de cosecha se sintió de lleno. Con más de 2.500 camiones diarios descargando en puertos y una oferta que crece semana tras semana, los precios cayeron de US$ 180 a US$ 165, un valor difícil de convalidar para los productores, aunque la falta de espacio obliga a mover mercadería. El panorama externo tampoco ayuda: Australia elevó su estimación de producción a 13 Mt, Rusia mantiene exportaciones muy activas y Europa sigue despachando a todo vapor. Incluso la expectativa de compras significativas por parte de China se diluyó, confirmándose apenas un negocio puntual de 136.000 toneladas. A ello se suma un problema que comienza a incomodar: la baja proteína del trigo argentino, con numerosos lotes por debajo del 10%, lo que ya generó sobreprecios por calidad y descuentos FOB en operaciones con menor contenido proteico. Aunque el impacto es todavía moderado, el informe advierte que es un aspecto a seguir de cerca durante todo el ciclo comercial.

En maíz, la atención vuelve a Brasil, que cerrará noviembre con exportaciones estimadas en 6,36 millones de toneladas, frente a las 4,72 millones del mismo mes el año pasado. Con un stock muy holgado gracias a su excelente campaña, el país vecino mantiene una presencia fuerte en los mercados tradicionales de la Argentina, generando un nivel de competencia que se prolongará durante el próximo trimestre. Localmente, la siembra se ubica en 37%, con una condición muy favorable: 79% de los lotes se califican entre buenos y excelentes, uno de los mejores arranques de campaña de los últimos años. Además, nuevas DJVE por casi 600 mil toneladas impulsaron negocios y animaron los precios, especialmente en el maíz tardío. Sin embargo, la reacción de los productores fue prudente: la oferta se retrajo tras la suba, a la espera de mayor claridad sobre el avance del mercado internacional.

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En paralelo, el contexto global sigue marcado por un dólar fuerte, que encarece los productos estadounidenses, y por una semana con operaciones reducidas en Chicago debido al feriado de Thanksgiving, lo que suele incentivar cierres de posiciones y movimientos técnicos. También continúan los esfuerzos diplomáticos por destrabar el conflicto entre Rusia y Ucrania, una región clave para los mercados de trigo, maíz y girasol.

El balance general muestra a una Argentina que viene navegando un ecosistema complejo: precios internacionales con poca tracción, competencia brasileña creciente, presión de oferta interna en trigo y demoras productivas por exceso de lluvias. Sin embargo, el margen todavía existe. La combinación de una muy buena condición inicial del maíz, la recuperación en precios por nuevas DJVE y la potencial mejora en la demanda internacional hacia fin de año dan señales de que el mercado podría estabilizarse si las condiciones climáticas y comerciales acompañan.

 

El desafío, una vez más, será gestionar la volatilidad. Con una región que se mueve rápido y con potencias como China y Estados Unidos ajustando sus estrategias, la Argentina deberá sostener su competitividad y aprovechar cada ventana comercial disponible. El potencial está: falta que el contexto permita capitalizarlo.

Agrolatam.com

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