Daños recientes en soja y maíz encendieron alertas y los organismos técnicos piden reforzar prácticas clave para evitar resistencia.
Los daños inesperados observados esta campaña en soja y maíz con tecnología Bt obligaron a mirar con más atención lo que está ocurriendo en los lotes. La aparición de insectos que lograron afectar cultivos diseñados para controlarlos activó un llamado urgente de los equipos técnicos del SENASA, el INTA y el INASE, que difundieron una batería de recomendaciones para fortalecer el Manejo Integrado de Plagas (MIP) y evitar que se acelere la pérdida de susceptibilidad en las poblaciones de plagas. El mensaje es claro: sin prevención, se pone en riesgo la eficacia de una tecnología estratégica para la productividad del agro argentino.
Entre las prácticas que vuelven a tomar centralidad se destaca la adopción de refugios, una herramienta conocida pero no siempre bien implementada. Los refugios, basados en cultivares convencionales, permiten mantener insectos susceptibles y retrasar la aparición de resistencia. También se insiste en la rotación de cultivos y de modos de acción de insecticidas autorizados por el Senasa, un punto clave para evitar presiones repetidas sobre las mismas especies. A esto se suma el monitoreo frecuente de los lotes, que permite detectar a tiempo cambios en el comportamiento de las plagas, y el control de malezas hospederas, que pueden actuar como reservorio y favorecer el desarrollo de daños más severos.
La aplicación rigurosa de estas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) no solo apunta a resolver un problema puntual, sino a sostener la sustentabilidad y la competitividad del sistema agropecuario en un contexto regional donde otros países avanzan con mayor velocidad en trazabilidad, biotecnología e infraestructura. En un momento en que los mercados son cada vez más exigentes y la presión de plagas aumenta, combinar biotecnología, manejo integrado y diagnóstico territorial aparece como la estrategia más sólida para proteger el rendimiento y evitar pérdidas futuras.
Los organismos remarcan que, si no se aplican correctamente estas prácticas, las tecnologías Bt corren el riesgo de perder efectividad -un retroceso que tendría un fuerte impacto económico y productivo para toda la cadena. Por eso, invitan a los productores a canalizar dudas y consultas a las oficinas del SENASA, INASE o INTA de su región para ajustar el manejo según cada situación productiva.