El gigante asiático presentó un nuevo documento oficial que marca prioridades en comercio, energía, tecnología e infraestructura, en medio de mayores tensiones con EE.UU. y un renovado interés por la región.
China oficializó una nueva hoja de ruta hacia América Latina y el Caribe, un documento que -según destaca- marca el comienzo de «una nueva etapa» en la relación con la región. En un contexto global marcado por la guerra comercial con Estados Unidos y la disputa por la influencia estratégica, el gigante asiático busca ampliar su rol económico, político y tecnológico en el llamado Sur Global.
El informe, el tercero de su tipo tras los publicados en 2008 y 2016, aparece en un momento en el que China se perfila como el mercado de mayor crecimiento para las exportaciones latinoamericanas, con proyecciones de la CEPAL que anticipan un alza del 7% en las ventas regionales al país asiático, impulsada por el aumento en la demanda de carne, soja y minerales como el cobre.

La hoja de ruta subraya la necesidad de «mantener la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales«, y pide a la comunidad internacional acelerar la reforma del FMI y otros organismos para dar mayor representación a países en desarrollo. El mensaje es claro: Beijing busca posicionarse como un actor decisivo en la gobernanza económica global.
En lo económico, China apunta a profundizar la cooperación en alta tecnología, incluida inteligencia artificial, industria aeroespacial, nuevas energías, biomedicina y materiales avanzados. También plantea expandir acuerdos en energías limpias -como hidráulica, solar, eólica e hidrógeno- e incluso estudiar avances en energía nuclear con fines pacíficos.
Otro eje central es la infraestructura: el documento propone fortalecer la cooperación en consultoría técnica, construcción de obras, fabricación de equipos y gestión operativa, con foco tanto en proyectos tradicionales como en transporte inteligente, ciudades inteligentes e infraestructura digital, un sector donde China viene ganando terreno en la región a través de empresas tecnológicas y plataformas logísticas.

Además, Beijing abre la puerta a nuevos mecanismos financieros, incluida la liquidación en monedas locales, para reducir la exposición al dólar y a shocks externos. El texto incluso menciona la cooperación en la lucha contra la corrupción, el lavado de dinero y los flujos financieros ilícitos, reforzando el perfil político y de seguridad de la relación.
En un apartado geopolítico, China reafirma su voluntad de profundizar vínculos estatales «bajo el principio de una sola China«, en referencia a la cuestión de Taiwán, uno de los puntos más sensibles en su política exterior.
La publicación del documento, acompañada por imágenes del presidente Xi Jinping en reuniones con mandatarios latinoamericanos como Lula da Silva, confirma que Beijing no solo quiere seguir comprando lo que América Latina produce: también busca modelar el rumbo de la integración regional en un tablero global donde la competencia estratégica crece día a día.

