La recomposición de compras chinas, el dólar débil y la baja de tasas en EE.UU. apuntalan a la soja, pero las enormes producciones previstas en Brasil y la Argentina podrían presionar a la baja en plena cosecha.
El mercado global de granos transita un momento clave, con fuerzas alcistas y bajistas que podrían definir el comportamiento de los precios desde el verano argentino hasta la cosecha gruesa. La soja, en particular, muestra señales de tonificación internacional, impulsada por la recomposición de compras de China a Estados Unidos. El gigante asiático ya adquirió más de 3 millones de toneladas y podría avanzar hacia el volumen comprometido para la campaña, lo que contribuye a sostener valores en Chicago en un contexto de baja relación stock/consumo.
Para los especialistas, este giro comercial -favorecido por la debilidad del dólar y la reducción de tasas en EE.UU.– abre la puerta a un escenario moderadamente alcista para la oleaginosa, que además encuentra un soporte adicional en la baja de retenciones local. Sin embargo, la tendencia no está garantizada: el principal factor de riesgo bajista es la enorme oferta sudamericana que se avecina. Brasil y la Argentina proyectan cosechas de 177 y 49 millones de toneladas de soja respectivamente, volúmenes capaces de ejercer fuerte presión negativa sobre los precios en plena recolección si el clima continúa acompañando.
En el caso del maíz, la campaña 2025/26 avanza con una estructura marcada por un 40% de siembra temprana y 60% tardía, con una evolución más rápida que en años previos y un estado general muy bueno o excelente para los lotes de primera. Los maíces tardíos, implantados con buena humedad, podrían alcanzar rindes de tendencia si no enfrentan estrés hídrico en floración. Las estimaciones actuales proyectan una cosecha cercana a 59 millones de toneladas, un volumen que ya generó un nivel de comercialización adelantado por los buenos precios ofrecidos a cosecha. Con una producción que podría alcanzar 60 millones, el país tendría un remanente exportable elevado que deberá colocarse incluso en destinos no tradicionales, lo que motiva recomendaciones de tomar coberturas y asegurar márgenes mediante opciones de venta u otras herramientas sin comprometer grano físico.
El trigo enfrenta un escenario mucho más complejo. La producción global se mantiene en niveles altos, lo que deriva en precios internacionales deprimidos. En la Argentina, la demanda ya aseguró 7,5 millones de toneladas, garantizando abastecimiento y contribuyendo a la estabilidad de las cotizaciones actuales. Pero la expectativa de una cosecha local de 25 millones de toneladas obligará a exportar alrededor de 14 millones, de los cuales solo 6 millones tendrían destino seguro hacia Brasil. El resto deberá colocarse en mercados más lejanos, donde el país es menos competitivo en precio y donde los pases en los mercados a término, inferiores a US$5 mensuales, ofrecen escaso incentivo para retener mercadería. Para lotes de baja calidad, especialistas recomiendan vender a los valores actuales y aprovechar instrumentos financieros para recuperar algo de margen.
En cuanto a insumos, el panorama ofrece oportunidades. Los precios de fertilizantes y agroquímicos se mantienen en relaciones históricamente atractivas frente al valor de los granos: la urea, por ejemplo, cayó a US$550 por tonelada después de alcanzar un pico de US$630 a mitad de año. Con los granos mostrando señales de recuperación, es un buen momento para terminar de comprar insumos, incluso mediante canjes, ya que si los precios agrícolas siguen repuntando, es probable que los insumos también se encarezcan «por simpatía». En muchas explotaciones, ya está cubierto cerca del 80% de las necesidades de la campaña.
Las paridades también favorecen el canje de granos por maquinaria, sobre todo cuando se entrega soja o maíz: se necesita 14% menos de soja que el promedio de los últimos tres años para adquirir una pulverizadora y 28% menos para comprar una cosechadora.
En síntesis, el escenario internacional ofrece vientos favorables para los granos gruesos, pero la abundante oferta sudamericana podría limitar las mejoras internas. En este contexto, los especialistas coinciden en que el uso inteligente de herramientas comerciales será clave: no perder en el acopio lo que se gane en el lote será el desafío central para los productores argentinos de cara al 2026.