El secreto del agro brasileño: Plan Safra inyecta US$ 94.000 millones y marca un abismo con Argentina

El secreto del agro brasileño: Plan Safra inyecta US$ 94.000 millones y marca un abismo con Argentina

Brasil volvió a marcar el pulso del agro mundial con una herramienta que ya es marca registrada de su política productiva. Para la campaña 2025/26, el Plan Safra canalizará casi US$ 94.000 millones hacia toda la cadena agroindustrial, desde el productor primario hasta la industria y la exportación. El programa no sólo explica buena parte del crecimiento sostenido del agro brasileño, sino que también se transformó en un modelo que despierta atención y debate en Argentina.

Mientras el país vecino consolida récords de producción, exportaciones y competitividad, el financiamiento aparece como una de las claves menos visibles pero más determinantes de ese proceso. Con más de dos décadas de funcionamiento, el Plan Safra dejó de ser un plan coyuntural para convertirse en un sistema estructural de crédito rural.

Un engranaje que sostiene al agro brasileño

El Plan Safra es coordinado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAPA) y combina recursos públicos, privados y obligaciones crediticias para el sistema financiero. Para el próximo ciclo agrícola movilizará 516.000 millones de reales, una cifra que refleja una expansión de más de seis veces en términos reales desde comienzos de los años 2000.

La asignación de fondos responde a una lógica clara:

  • 20% para inversiones productivas, destinadas a maquinaria, infraestructura, riego, silos y ampliación industrial.

  • 80% para financiamiento comercial, enfocado en capital de trabajo y comercialización de granos y carnes.

A su vez, el esquema segmenta el acceso al crédito según el tamaño del productor —agricultura familiar, medianos y grandes— con tasas subsidiadas que van del 8,5% al 14,5% anual en reales, un diferencial clave en un contexto de alta inversión.

 

El rol del mercado de capitales

El músculo financiero del agro brasileño no se explica sólo por el presupuesto oficial. En las últimas décadas, Brasil desarrolló un entramado de instrumentos que canalizan ahorro privado hacia el sector productivo. Entre los más relevantes se destacan:

  • CPR (Cédula de Producto Rural), base del crédito agropecuario desde 1994.

  • Letras de Crédito del Agronegocio (LCA), exentas de impuestos y muy demandadas por inversores.

  • CDCA y CRA, títulos respaldados por créditos de la agroindustria.

  • FIAGRO, fondos especializados en cadenas agroindustriales, vigentes desde 2021.

Este combo permitió que el 82% del financiamiento del agro brasileño se concentre en CPR y LCA, superando los 1,4 billones de reales, equivalentes a unos US$ 254.000 millones.

Crédito garantizado por regulación

Otro pilar del sistema es la obligación que tienen las entidades financieras de destinar parte de sus fondos al crédito rural. En Brasil, la normativa establece que:

  • el 25% de los depósitos a la vista,

  • el 65% del ahorro rural,

  • y el 50% de los recursos captados vía LCA

deben volcarse al financiamiento del agro. Esta arquitectura asegura liquidez permanente, reduce la dependencia del Estado y le da previsibilidad al productor.

Argentina, frente al espejo

El contraste con Argentina es marcado. Mientras en Brasil el crédito privado representa cerca del 76% del PBI, en Argentina apenas ronda el 15%, un nivel que no logró recuperarse tras la crisis de 2001.

El informe subraya que la combinación de menor carga impositiva, reglas estables, incentivos fiscales y crédito obligatorio permitió a Brasil acelerar inversiones y expandir su frontera productiva. En ese contexto, si bien las recientes bajas de retenciones en Argentina son una señal positiva, la brecha financiera sigue siendo amplia.

Un modelo para mirar a largo plazo

Más que un programa anual, el Plan Safra funciona como un engranaje permanente de financiamiento, capaz de movilizar capital privado sin aumentar de forma desmedida el gasto público. En un escenario donde Argentina busca recuperar competitividad y previsibilidad para su agroindustria, el caso brasileño aparece como un modelo que merece ser analizado con atención.

El desafío no pasa por copiar recetas, sino por entender cómo una política financiera consistente puede convertirse en uno de los pilares del liderazgo agropecuario global.

Fuente: Francisco Cuello Rosso – Belén Maldonado – Guido D’Angelo – Julio Calzada

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