Con la firma de una nueva adenda, ambos organismos reforzaron una cooperación histórica en investigación, genética y transferencia tecnológica clave para el desarrollo del agro argentino y brasileño.
En un contexto regional donde la innovación tecnológica y la competitividad agrícola son determinantes, el INTA y la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa) decidieron dar un paso más y reforzar su alianza estratégica de investigación. A través de una nueva adenda, ambas instituciones actualizaron y ampliaron un acuerdo de cooperación de largo plazo que busca profundizar el trabajo conjunto en ciencia, tecnología y articulación institucional.
El entendimiento fue rubricado por Nicolás Bronzovich, presidente del INTA, y Silvia Massruhá, presidenta de Embrapa, en el marco de la reunión de la Comisión Directiva del Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (Procisur). El objetivo central es ampliar el intercambio de conocimientos, fortalecer la planificación conjunta y promover el desarrollo agrícola de Argentina y Brasil con una mirada regional.
Desde el INTA destacaron que el acuerdo representa mucho más que una formalidad. «Es la renovación de una cooperación estratégica y un paso clave hacia una mayor articulación en investigación e innovación agroalimentaria», señaló Bronzovich, al subrayar que la decisión se apoya en años de resultados concretos obtenidos a partir del trabajo coordinado entre ambas instituciones.
La actualización del convenio busca dar continuidad a proyectos en marcha y sumar nuevas líneas de acción en áreas donde el conocimiento científico resulta determinante para el sistema productivo. Uno de los ejes centrales es la tecnología aplicada al agro, con investigaciones conjuntas en edición génica, marcadores moleculares y transgénesis, disciplinas que marcan el rumbo de la agricultura moderna. El acuerdo apunta a facilitar el intercambio de protocolos, acelerar los procesos de investigación y acortar la brecha entre el laboratorio y el campo.
Otro pilar estratégico es el trabajo sobre recursos genéticos vegetales y animales. Tanto el INTA como Embrapa administran bancos de germoplasma de referencia para la región, y la cooperación incluye acciones de clasificación, caracterización y conservación, articuladas además con redes científicas internacionales.
La mejora genética ocupa también un lugar central. El nuevo marco de cooperación refuerza la coordinación de estudios, el flujo de información y la conformación de equipos binacionales, combinando técnicas tradicionales con herramientas biotecnológicas de última generación.
La adenda incorpora además un fuerte énfasis en la transferencia tecnológica y el desarrollo territorial. El objetivo es que los resultados de la investigación lleguen más rápido y con mayor impacto a los productores, mediante proyectos locales, capacitación conjunta y mayor movilidad de profesionales entre ambos países. En este sentido, el fortalecimiento institucional aparece como una pieza clave para mejorar la gestión de proyectos y consolidar equipos técnicos estables.
Desde ambas entidades coincidieron en que el trabajo conjunto potencia la capacidad de respuesta frente a los desafíos productivos y climáticos, y permite generar conocimiento aplicado para sistemas agrícolas cada vez más exigentes. La nueva adenda consolida una relación estratégica que no solo mira los logros del pasado, sino que proyecta nuevas oportunidades para el desarrollo científico y tecnológico del agro en el Cono Sur.

