Suiza actualiza sus normas alimentarias para 2026 y alinea su sistema con la Unión Europea

Las nuevas regulaciones impactarán en OGM, contaminantes, pesticidas, alimentación animal y etiquetado, con efectos directos sobre productores, exportadores e importadores de alimentos.

A partir de enero de 2026, entrará en vigor en Suiza un nuevo paquete de regulaciones alimentarias que tendrá impacto en consumidores, agricultores, exportadores e importadores. Las modificaciones buscan armonizar la normativa suiza con la de la Unión Europea y evitar barreras comerciales indebidas, en un contexto de creciente integración regulatoria con el mercado comunitario.

Las empresas involucradas en la producción, comercialización o importación de los productos alcanzados contarán con períodos de transición de entre seis meses y un año para adaptarse a las nuevas exigencias.

Más maíz genéticamente modificado tolerado

Si bien en Suiza continúa vigente la moratoria para el cultivo de organismos genéticamente modificados (OGM), el país permite la presencia de trazas no intencionales de OGM en alimentos, siempre que no superen el 0,5 % en masa del ingrediente correspondiente.

Hasta ahora, esta tolerancia se aplicaba a variedades específicas de soja, colza y maíz. Desde enero de 2026, se sumarán dos nuevas variedades de maíz genéticamente modificado, desarrolladas para una mayor tolerancia a herbicidas y ya aprobadas por la Unión Europea.

Desde la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria aclararon que «las trazas no intencionales de OGM no deben etiquetarse si no superan el 0,9 % en peso, aunque productores y comercializadores deben demostrar que adoptaron medidas para evitar su presencia».

Reglas más estrictas sobre contaminantes

En línea con la UE, Suiza incorporará límites máximos para la melamina, un compuesto químico utilizado en plásticos, especialmente en fórmulas infantiles, alimentos para bebés y productos líquidos. La medida se basa en evaluaciones realizadas por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA).

Además, a partir de 2026, Suiza adoptará los límites máximos de residuos de medicamentos veterinarios utilizados en la producción pecuaria, como el antiinflamatorio ketoprofeno y el antiparasitario fluralaner, aplicados en aves y ganado.

Restricciones al uso de bisfenoles

El bisfenol A (BPA), ampliamente utilizado en envases y materiales en contacto con alimentos, también quedará bajo nuevas restricciones. Investigaciones financiadas por la UE detectaron BPA en la orina del 92 % de los adultos analizados en once países europeos, incluida Suiza.

Siguiendo el enfoque precautorio europeo, desde enero de 2026 los bisfenoles solo podrán utilizarse en materiales en contacto con alimentos para aplicaciones específicas, siempre que se demuestre su seguridad. Esta regulación impactará especialmente en la industria chocolatera suiza, ya que el BPA se utiliza en moldes de policarbonato para la producción de chocolate y confitería.

Más opciones de pesticidas para los agricultores

La revisión de la Ordenanza sobre Productos Fitosanitarios, que entrará en vigor en diciembre de 2025, simplificará el acceso de los productores suizos a pesticidas ya aprobados en países vecinos como Alemania, Austria, Italia y Francia.

A partir de 2026, las sustancias activas autorizadas en la UE también quedarán automáticamente aprobadas en Suiza, sin demoras administrativas. A su vez, aquellas que dejen de estar autorizadas en el bloque europeo perderán su aprobación en Suiza de forma inmediata, sin excepciones.

Las autoridades suizas mantendrán la facultad de imponer medidas adicionales de protección, como límites de aplicaciones anuales, uso obligatorio de indumentaria de seguridad o zonas de amortiguamiento cerca de cuerpos de agua y ecosistemas sensibles.

Subproductos cárnicos vuelven a la alimentación animal

Desde el 1 de enero de 2026, se permitirá nuevamente el uso de proteínas animales procesadas (PAP) en la alimentación de cerdos y aves de corral. Los subproductos de pollo podrán destinarse a cerdos y viceversa, aunque seguirá prohibido su uso en rumiantes, manteniéndose las restricciones vigentes desde la crisis de la Enfermedad de la Vaca Loca en 2001.

También se autorizará el uso de proteínas de insectos, hasta ahora limitadas a la acuicultura, y de gelatina y colágeno provenientes de rumiantes para alimentar animales no rumiantes. Las plantas elaboradoras deberán contar con líneas de producción separadas por especie para evitar mezclas accidentales.

Fin del etiquetado obligatorio para el shiitake

Otra modificación relevante será la eliminación del etiquetado obligatorio para el hongo shiitake (Lentinula edodes). Hasta ahora, debía advertirse que el producto requería una cocción mínima de 20 minutos antes del consumo.

 

Según la autoridad sanitaria, este requisito generaba barreras comerciales para las importaciones desde Europa. A partir de 2026, el shiitake dejará de estar sujeto a esta exigencia, aunque las autoridades recomiendan consumirlo bien cocido y con moderación.

Implicancias para América Latina

La actualización del marco regulatorio de Suiza no es un cambio aislado y tiene efectos concretos para los exportadores de América Latina, especialmente para aquellos países con fuerte presencia en los mercados europeos.

Regiones como BrasilArgentinaChilePerúColombia y México exportan regularmente frutas frescas, café, cacao, carnes, granos y alimentos procesados hacia Suiza o utilizan a la Unión Europea como plataforma logística y comercial.

La armonización normativa suiza con la UE implica que los productores latinoamericanos deberán alinear aún más sus protocolos sanitarios, fitosanitarios y de trazabilidad, en particular en aspectos sensibles como:

  • Tolerancias de OGM en granos y derivados, relevantes para exportadores de maíz y soja.

  • Límites máximos de residuos de pesticidas y medicamentos veterinarios en carnes, lácteos y productos avícolas.

  • Materiales en contacto con alimentos, un punto clave para exportadores de chocolate, confitería y alimentos procesados.

  • Etiquetado y presentación comercial, especialmente en productos frescos y «wellness».

Al mismo tiempo, el nuevo esquema ofrece mayor previsibilidad regulatoria, al reducir excepciones nacionales y acercar los criterios suizos a los europeos. Para América Latina, esto puede traducirse en menos riesgos de rechazos en frontera, siempre que las cadenas productivas se adapten con anticipación a los estándares exigidos.

En un contexto de creciente competencia global, la capacidad de cumplir con normas sanitarias y ambientales más estrictas se consolida como un factor de acceso a mercados premium, donde América Latina busca posicionarse no solo como proveedora de volumen, sino también de calidad, seguridad y valor agregado.

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