En lotes de producción de secano de Villarino, a partir de la campaña 2017-18, se observó un incremento en la frecuencia e intensidad del daño de las larvas de bicho torito. Los daños que en principio se manifiestan como una reducción en el stand y la distribución de las plantas en estadios tempranos, se traducen en la madurez despareja del cultivo, mayor incidencia de malezas y mermas en el rendimiento.
El monitoreo periódico de las larvas es el factor clave para elegir la medida de prevención y/o control más adecuada y tomar una decisión correcta que permita reducir el impacto económico y ambiental. La estrategias más eficientes son aquellas implementadas previo a la siembra, fundamentalmente a través del laboreo del suelo y/o mediante el uso de insecticidas curasemillas.
El bicho torito (Diloboderus abderus Sturm.) posee una generación anual y la mayor parte de su ciclo de vida transcurre en el suelo, por debajo de la superficie, excepto el adulto que aparece sobre el suelo. Sus larvas poseen hábitos de alimentación polífagos, por lo que son consideradas como las más perjudiciales para los cultivos invernales. Aunque afectan particularmente cereales y leguminosas de ciclo otoño-invierno-primaveral, también pueden observarse daños en siembras tempranas de cultivos de verano, como maíz o sorgo. En general, prefiere suelos sin remoción, por lo que es común encontrar daños en lotes estabilizados con labranza cero o lotes en descanso con vegetación espontánea o pasturas perennes.
Fuente: INTA por Luciano Zubiaga, Juan Ignacio Vanzolini