La normativa establece las condiciones de manejo e instalaciones que deben cumplirse en todas las etapas desde la producción hasta la faena.
“Es importante destacar que las prácticas que promueven el bienestar animal se traducen en beneficios para todos los sectores involucrados en esta actividad productiva, ya que minimizan el estrés y el sufrimiento de los animales, disminuyen su mortalidad, mejoran su calidad de vida, y de esta manera, previenen enfermedades y lesiones, así como el uso excesivo de antimicrobianos y las pérdidas asociadas”, comunicaron desde el Senasa.
La implementación de estas condiciones también permite mejorar la calidad e inocuidad de las carnes, facilitar las rutinas de trabajo, disminuir los riesgos del personal y aumentar la competitividad frente a mercados nacionales e internacionales.
Esta normativa surgió del trabajo interinstitucional que el Senasa llevó a cabo, por un lado, con los grupos de trabajo de Bienestar Animal del Senasa para cada una de las especies y, por el otro, en la articulación con las asociaciones de productores y agrupaciones de profesionales.