“El río está en valores bajos por la poca lluvia en la cuenca de aporte. Aunque tampoco son las medidas más bajas de la historia. Estamos en 2,3 metros y se llegó a 0 metros de altura”, introdujo el experto.
“En la navegación se empieza a tener problemas con esta situación, tanto en el río Paraná como en el riacho Barranqueras. Cuando comienzan a acercarse a los dos metros empiezan las complicaciones para entrar con barcazas”, señaló.
Entre las posibles soluciones se encuentra el dragado permanente. “Toda la navegación comercial que llega de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe a su vez en paralelo tienen asegurado el calado en los puntos más inconvenientes. Pero de Santa Fe al norte eso no está asegurado”, indicó.
“En estas condiciones tienen que navegar con menor carga, ya que con un peso habitual la embarcación puede encallar, quedar parada”, informó. En 2001, el río llegó a medir en el hidrómetro de Barranqueras, 1,5 metros. No está previsto que se revierta la situación “de aquí a dos o tres semanas”, indicó el director.
“No se prevé un repunte del Paraná. Va a seguir así hasta que llueva en Brasil, en la cuenca del Iguazú, que es el que más rápido genera altura en el Paraná. Si llueve en la zona de Brasilia o San Pablo, repercutiría en esta zona del Paraná recién dentro de un mes”, expresó.
Relacionado con el combustible
Esta cuestión del nivel del Paraná implica que empresas de combustible locales deban obtener el producto de Buenos Aires o San Lorenzo (Santa Fe) y las demoras en el transporte genera faltantes de productos en nuestra provincia.
Muchas de las estaciones están vendiendo con cupos para poder tener combustibles más horas en el día.
Estaciones de bandera blanca, complicadas
El bajo nivel del río Paraná trae sus consecuencias en ámbitos esenciales para el desarrollo de la provincia.
El combustible llega en menor escala y las empresas deben retirar el producto desde Buenos Aires o San Lorenzo (Santa Fe) para abastecer las bocas de expendio con contrato con las petroleras.
Pero también se ven perjudicadas las estaciones de servicio de bandera blanca, aquellas que no tienen contrato con petroleras y “revenden” el combustible, tras comprarlas a distribuidoras o estaciones con contrato. Serán las primeras perjudicadas al no conseguir precios.