Días atrás, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), junto al Ministerio de Agroindustria, llevó a cabo la jornada número 29 sobre Buenas Prácticas de Aplicación de Productos Fitosanitarios, en esta oportunidad en la localidad de 25 de Mayo.
Al respecto, Agrofy News dialogó con Federico Elorza, responsable técnico de CASAFE, para conocer el objetivo de estos encuentros de demostración de aplicaciones, que hace cuatro años que se vienen realizando en el territorio argentino.
El mensaje es claro, aunque aún no llega a toda la sociedad. “Si los aplicadores tienen su carnet de aplicación y están entrenados; si los ingenieros agrónomos elaboran la receta fitosanitaria y conocen sobre lo que están haciendo; si el productor exige que se apliquen las buenas prácticas, el riesgo de que pueda suceder un inconveniente es muy bajo a nulo. La implementación de buenas prácticas es clave para producir alimentos inocuos de manera sustentable”, apuntó Elorza.
La raíz
La jornada tiene su origen en un documento que el Ministerio de Agroindustria publicó a fines de 2013, denominado “Pautas para aplicación de productos fitosanitarios en áreas periurbanas”, este trabajo surgió porque había muchas localidades que querían legislar sobre la aplicación de agroquímicos en las áreas periurbanas (zonas que están alrededor de las localidades) y por demanda de la población que no querían aplicar agroquímicos.
Según relató Elorza, el Estado envió este documento que fue elaborado por CASAFE y otras trece instituciones, a las provincias para que lo tomaran de base en sus legislaciones, pero no tuvo demasiado éxito. Entonces, pusieron manos a la obra y salieron a mostrar lo que dice el trabajo, pero en el campo mediante jornadas de demostración.
El público objetivo de los encuentros no son los agrónomos, ni los productores, sino doña Rosa, los legisladores, los periodistas, gente que no estuviese en contacto con el campo para mostrarles cómo se hacen aplicaciones bajo las buenas prácticas y que esas aplicaciones no generan inconvenientes ni para la salud de las personas ni para el ambiente.
En mayo de 2014 realizaron la primera jornada en Rojas, con muy buen resultado y desde allí no pararon. La próxima es en el mes de julio en Corrientes.
Decisiones basadas en la ciencia
“La problemática de las distancias para las aplicaciones viene tratándose hace bastante, y con esta experiencia les mostramos cómo se realiza una aplicación bien hecha para poder trabajar al lado de una población”, aseguró Elorza. En este sentido, hizo gran hincapié en que las normativas deben estar basadas en la ciencia, y argumentó: “Porque muchas veces hay miedos que son lógicos de cualquier persona frente a lo desconocido, y dice `yo no entiendo nada, pero por las dudas, lo prohíbo`”.
Frente a esas situaciones y antes de tomar una decisión de esas características, el responsable técnico de CASAFE, señaló: “Preferimos contar y mostrar como son las cosas, para que se saquen los miedos y mitos respecto a la aplicación de fitosanitarios”.
Corregir los errores
Las jornadas duran una mañana con una modalidad teórico-práctica y son solicitadas por cada municipio. En relación a la metodología y el temario, Elorza explicó: “Realizamos aplicaciones con equipos terrestres y aviones, y medimos cual es la deriva. Cuando una maquina aplica el caldo de pulverización, la deriva es cuando la gota no llega al objetivo, sino a otra parte. Por ejemplo, cuando llega al suelo y no a la planta, o sale del lote y viaja a otro lado”.
En resumen, según el técnico: “La deriva que sale fuera del lote es el motivo por el cual la población está preocupada y eso se produce cuando no hay conocimiento en el momento de hacer una aplicación o cuando se aplica mal”.
Para Elorza, cuando la gente hace mal las cosas tiene que pagar sobre eso. Al respecto, ejemplificó que los fitosanitarios son una herramienta como los camiones o los autos, si se utilizan mal las herramientas hay que castigar a la persona que la uso mal y no a la herramienta en sí. “Por eso es importante conocer bien como son las herramientas y como se usan para evitar esta deriva”, recomendó.
Durante la práctica a campo, seleccionan un grupo como veedores, lo ideal es que sean los concejales porque son quienes van a discutir sobre las aplicaciones de fitosanitarios en áreas periurbanas, entonces ellos ponen las tarjetas y evalúan hasta donde llega la deriva.
Luego, tienen una charla con un médico toxicológico que cuenta cual es la relación real entre los fitosanitarios y la salud, una exposición sobre el uso responsable de fitosanitarios, una charla acerca del lavado de envases y de la lectura de etiquetas. “Hacia el final, compartimos los resultados de la demostración, hasta donde llegaron las gotas y hacemos una evaluación de las tarjetas. Luego se abre el debate para que puedan hacer preguntas y se saquen todas las dudas”, detalló Elorza.
Entre duda, miedo y desconocimiento
Al ser consultado sobre el resultado de estos encuentros, Elorza, analizó: “Las discusiones son muy productivas, fomentamos los debates en base al respeto sobre este tipo de cuestiones que nos afectan a todos, tanto a la gente de la ciudad como del campo, que se prohíba o no una actividad”.
En la misma línea, resaltó que convocan a grupos ambientalistas a participar y ver cómo son las aplicaciones, y argumentó: “Porque lamentablemente hablan con desconocimiento, solo en dos jornadas vinieron y hemos tenido una discusión muy sana”.
Según el técnico de CASAFE, el principal miedo que manifiestan los asistentes en estas jornadas es que un producto les llegue y les haga mal. Al respecto, Elorza fue claro y contundente: “Les explicamos que los productos por si solos no tienen efecto sobre la salud sino que lo que provoca el efecto es que se expongan al producto”.
Un herbicida está diseñado para matar ciertas plantas, si mata las plantas no quiere decir que va a ser tóxico para las personas, son dos cosas diferentes. Con respecto a las aplicaciones en zonas periurbanas cuentan cuáles son las acciones recomendables, por ejemplo, que la dirección del viento siempre tiene que estar en contra a una zona poblada para evitar la deriva.
En este sentido, el técnico de CASAFE, precisó: “Cuando elaboramos el documento la conclusión fue que se proponían distancias de 100 metros para aplicaciones terrestres y de 200 metros para aéreas, considerando estas distancias como zonas de amortiguamiento. No significa que no se puede aplicar nada dentro de esos 100 metros, sino que hay que hacerlo bajo ciertas características y el trabajo estipula cuáles son esas condiciones para no generar inconvenientes ni para la salud de las personas ni para el ambiente”.