El proyecto, llevado delante en forma conjunta por ASAGIR y el INTA, es sumamente útil a la hora de caracterizar y evaluar las mejoras genéticas de los distintos híbridos. Y genera un gran caudal de información para la toma de decisiones del productor.
Los híbridos de girasol hicieron su aparición en el mercado argentino en la década del ‘70 y rápidamente su uso se generalizó entre los productores. En los últimos 20 años, las empresas semilleras han realizado un gran aporte en el mejoramiento genético. Sobre un total de 49 híbridos comerciales liberados entre 1983 y 2005, la ganancia genética fue de 12 kg de aceite/ha/año, una cifra que se duplica si se considera al grupo de híbridos de mayor potencial de rendimiento.
La evaluación y caracterización de cada uno de los híbridos que salen al mercado es una tarea clave, tanto para los semilleros como para los productores, que siguen atentos los nuevos aportes que hace la industria. Para acompañar esta tendencia, desde el 2001, ASAGIR y el INTA llevan adelante la Red Nacional de Girasol, un conjunto de entre 25 y 30 ensayos ubicados desde Sáenz Peña (Chaco) hasta Hilario Ascasubi, en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires, que se dedica al control, seguimiento y valoración de los distintos híbridos según el ambiente.
La información generada es amplia y se organiza a través de un protocolo común de experimentación y auditorias técnicas que aseguran la calidad de los resultados. Dicho protocolo establece pautas para la implantación y conducción de los ensayos con las evaluaciones agronómicas y sanitarias. A la vez, también se define el criterio de selección de los informes comparativos y los patrones de calidad establecidos para la difusión de resultados y su posterior publicación.
De esta manera, los cultivares elegidos para la realización de los distintos ensayos regionales mantienen un criterio unificado, en el que se pone el foco en el comportamiento estable de los híbridos y los altos rendimientos de granos y contenido en aceite. Además, entre otras cuestiones, los cultivos deben exhibir sanidad absoluta, comportamiento estable, plantas resistentes al vuelco y mostrar resistencia ante el desgrane de aves.
Cada uno de estos factores tiene distinto peso en cada situación y ambiente productivo. Pero es la información que se recoge de estos seguimientos la que permite al productor seleccionar aquel cultivar que más se adapta a sus necesidades y a su lote. Los resultados de estas evaluaciones, que pueden ser consultados gratuitamente en el sitio web de ASAGIR (www.asagir.org.ar/acerca-de-evaluacion-de-cultivares-463), dan cuenta del comportamiento agronómico y sanitario de los híbridos en cada ambiente productivo del país durante las últimas campañas.
Desde la Asociación se aconseja el uso de cultivares que se hayan destacado en los ensayos de las dos últimas campañas (la continuidad del cultivar en los ensayos es una buena señal respecto de su comportamiento). A la vez, se deberá tener en cuenta otras variables tales como qué tipo de girasol se prefiere (convencional o alto oleico), qué ciclo es el más conveniente, y si se poseen antecedentes de Verticillium y/o Esclerotinia. Siempre usando como referencia la información que se desprende de la localidad más cercana al lote de producción.
La correcta elección de la semilla es lo que cada año permite mejorar la seguridad, la productividad y la rentabilidad del cultivo de girasol.