El “gorgojo del macollo del trigo” o “gorgojo argentino del tallo”, Listronotus bonariensis (Coleoptera: Curculionidae), es un insecto originario de Sudamérica. Fue introducido accidentalmente en Nueva Zelandia y registrado por primera vez en 1927 donde se convirtió en una plaga clave de las pasturas de raigrás (Pottinger, 1961; Barker y Addison, 1989). En la provincia de Santa Fe, fue registrado por técnicos de INTA Oliveros en 1996 (Gamundi y Molinari, 1996). En las últimas tres campañas se lo ha detectado ocasionando daños desde las primeras etapas del desarrollo del cultivo de trigo.
Los adultos de L. bonariensis (Figura 1) son de tamaño pequeño (3 mm de largo), cuerpo grisáceo y están cubiertos de escamas cerosas a las que se adhieren partículas de suelo que favorecen su mimetismo. Estas características, sumadas a la inmovilidad que adopta al ser perturbado y a sus hábitos crepusculares, dificultan su observación y registro. Se alimentan de las hojas, a las que realizan pequeñas perforaciones o “ventanitas” sin ocasionar daños graves (Figura 2). Estos orificios en el tejido vegetal, constituyen indicadores de su presencia y determinan el inicio de la oviposición. La presencia de esta plaga se infiere a través de la observación de sus huevos (Figura 3), que suelen estar colocados en la parte interior de las vainas, hojas y tallos próximos a la superficie del suelo. Los huevos tienen forma alargada con los extremos redondeados; miden aproximadamente 1 mm de longitud, inicialmente su color es verde amarillento y se tornan marrón oscuro casi negros cuando están próximos a eclosionar. Generalmente las posturas se disponen encastradas en hileras de 1 a 5 huevos. L. bonariensis comienza a oviponer a principios de invierno, en etapas iniciales del desarrollo del cultivo de trigo hasta macollaje y principios de encañazón (Gallez et al., 1996; Gamundi y Molinari, 1996).
El daño al cultivo es causado por el estado larval de la plaga. Las larvas son de pequeña longitud (4,5 mm), cuerpo de color cremoso y cabeza color caramelo. Las larvas generalmente se ubican en la corona de las plantas de trigo y se alimentan de las yemas que dan origen a macollos y raíces. Cuando el ataque se produce en estados tempranos del desarrollo del cultivo, las plántulas pueden morir y consecuentemente disminuye el stand de plantas. Si el ataque se registra en etapas posteriores, pueden generar una reducción o muerte de macollos, disminución de espigas por plantas, vuelco de plantas y reducción o muerte del volumen de raíces (Pottinger, 1961; Gamundi y Molinari, 1996). Finalizado su desarrollo, las larvas se entierran en el suelo para empupar entre 1 y 2 cm por debajo de la superficie. Esta etapa dura alrededor de 13 días.
El gorgojo del macollo del trigo también fue detectado en el cultivo de maíz y se puede encontrar en otras gramíneas como raigrás, cebadilla, centeno, cebada y avena. Los sistemas de labranza reducida y siembra directa favorecen el desarrollo de gramíneas que constituyen hospederas alternativas que favorecen el crecimiento poblacional de esta plaga (Artigas, 1994; Aguilera et al., 1996; Gallez et al., 1996; Gamundi y Molinari, 1996; Gassen, 1984).
Distintas experiencias sobre control químico del insecto realizadas en la EEA Rafaela del INTA, evidencian escasa eficacia de control de larvas con aplicaciones foliares, tanto con productos de contacto, como sistémicos a dosis altas (Trossero et al., 2017). Esta información coincide con investigaciones realizadas en INTA Oliveros (Gamundi y Molinari, 1996; Iannone y Leiva, 2012). A pesar de utilizar insecticidas con nuevas moléculas existentes en el mercado, no se obtuvieron resultados satisfactorios en el control de larvas en condiciones de campo. Las aplicaciones con insecticidas foliares para el control del gorgojo del macollo, por el momento, son de baja eficacia y de alto impacto ambiental. Al hacerlas se incurre en costos innecesarios, sin retorno económico y por lo tanto no se recomienda su control químico. Se continúa investigando para conocer la bioecología del insecto, sus daños al cultivo de trigo y alternativas de protección.
Fuente: INTA por Marcia Andrea Trossero, Leandro Rubén Boero, Jorge Frana, Federido Massoni