La revista AgroPost -número 156- del Consejo de los Profesionales del Agro, Alimentos y Agroindustria (CPIA) abordó la temática de las “Buenas Prácticas Agropecuarias”. En la reciente publicación, profesionales de distintos puntos del país, trataron distintos tópicos como: Buenas Prácticas Ganaderas, Forestales, Frutihortícolas, de Manufactura y otras. En este número, la Ing. Agr. Julia Capurro de la Agencia de Extensión Rural INTA Cañada de Gómez abordó el tema “Cultivos de Cobertura y sus Beneficios para Ambientes Agrícolas”.
La falta de cobertura vegetal en los suelos cultivados de la región pampeana argentina, es una problemática generalizada en secuencias de cultivos de verano y produce efectos negativos en la calidad y productividad de los ambientes agrícolas. El arrastre por lluvia o viento de los rastrojos trozados por la cosechadora, sumado a la paulatina descomposición de los mismos -acelerada en el caso de los residuos de soja- genera superficies descubiertas durante la primavera e inicios del verano, momento de ocurrencia de lluvias de alta intensidad y capacidad erosiva.
La inclusión de cultivos de cobertura entre dos cultivos estivales, resulta fundamental para prevenir los procesos de erosión hídrica que se producen actualmente en una gran porción de los suelos más ricos de la región citada. La masa vegetal que produce un cultivo de cobertura, es el resultado del aprovechamiento del agua, nutrientes y radiación solar, que se desperdiciarían en ausencia de un cultivo de invierno. Y esta biomasa anclada por sus raíces al suelo, impide el impacto directo de las gotas de lluvia sobre la superficie, reduce la velocidad de escurrimiento superficial del agua y frena el arrastre de sedimentos y rastrojos.
A este efecto positivo de los cultivos de cobertura, esencial para la conservación de los ambientes agrícolas pampeanos, se suman otros beneficios considerables, tales como: incrementos en la materia orgánica y estabilidad estructural de los suelos; aportes de nitrógeno por fijación biológica, cuando se trabaja con especies leguminosas como las vicias; mejoras en la eficiencia de uso del agua de suelo y competencia con malezas de difícil control con herbicidas.
En los Departamentos Belgrano e Iriondo del sur de la Provincia de Santa Fe, desde el INTA Cañada de Gómez, se trabaja en la evaluación de cultivos de cobertura sobre suelos Argiudoles típicos y acuicos, en sistemas productivos de agricultura contínua. Se destacan los resultados obtenidos con mezclas de de Vicia sativa y Avena sativa como antecesoras de soja de primera y Vicia sativa pura como antecesora de maíz
Los cultivos de cobertura se siembran en abril, luego de la cosecha de soja, y se dejan crecer hasta octubre, tratando de aprovechar el acelerado crecimiento de las vicias tras el incremento de las temperaturas primaverales. En plena floración de los cultivos de cobertura, se suprime el crecimiento, y luego de una breve etapa de barbecho se siembra el siguiente cultivo estival. Un aspecto a destacar es que, luego del secado del cultivo de cobertura, la disminución de la insolación directa sobre la superficie del suelo y el aumento de la captación del agua de lluvia, generan condiciones edáficas superficiales de mayor humedad y menor temperatura, prolongándose las condiciones para una óptima implantación del cultivo de grano grueso.
A través de la utilización de un simulador de lluvias de intensidades múltiples, se pudieron medir diversos parámetros del proceso de erosión hídrica, luego de la siembra del cultivo de soja. En el ambiente de media loma sin cultivos de cobertura, las pérdidas de suelo llegaron a los 1.042 kilos por hectárea de sedimentos erosionados, luego de una lluvia erosiva de una hora de duración; mientras que en loma y bajo las pérdidas fueron de 376 y 156 kilogramos por hectárea, respectivamente. En los mismos ambientes, pero con cultivos de cobertura, las pérdidas de suelo en media loma bajaron a 165 kilogramos por hectárea; y en loma y bajo los valores se redujeron a 113 y 116 kilogramos por hectárea, respectivamente.
La infiltración del agua de lluvia, en la media loma sin cultivos de cobertura, fue del 52 % de la lluvia aplicada. Y en el mismo ambiente pero con cubierta vegetal, se infiltró un 72 % del agua caída, lo que significa un 20% más de agua que ingresó al suelo.
Otros parámetros de gran relevancia en el proceso erosivo, lo constituyen las pérdidas de materia orgánica y nutrientes presentes en los sedimentos erosionados. Considerando el ambiente de media loma, que es donde se produjeron los mayores escurrimientos superficiales, se encontró que la cantidad de materia orgánica perdida por hectárea fue 3,3 veces superior en las parcelas sin cubierta vegetal, respecto de las parcelas con cultivos de cobertura. En este mismo ambiente, el nitrógeno total perdido fue 5,5 veces superior en las parcelas testigo y el fósforo perdido fue 2,4 veces superior en las parcelas descubiertas. Estos suelos agrícolas, consolidados luego de varios años en siembra directa, presentan un enriquecimiento superficial con mayor cantidad de materia orgánica y nutrientes en los primeros centímetros, lo que magnifica el daño de la erosión, en términos de fertilidad perdida.
Los resultados obtenidos muestran el impacto del proceso erosivo en la región y permiten dimensionar la importancia de los cultivos de cobertura, como estrategia para minimizar las costosas pérdidas que ocasionan las lluvias en estos ambientes. Si a este efecto le sumamos el aporte a la fertilidad del suelo que realiza la masa vegetal al descomponerse, la competencia con malezas resistentes a herbicidas y la mejora en el ingreso de agua al perfil del suelo, conoceremos la contribución que los cultivos de cobertura pueden alcanzar para la conservación y mejora de los suelos más productivos de la República Argentina.
Fuente: INTA Julia Ester Capurro