Carlos Franck es un productor apícola de la zona de islas de San Javier, en el centro norte santafesino. Lo es desde el 2011, pero recién el año pasado su nombre se destacaría del resto por ofrecer un producto que nadie había visto antes: miel orgánica envasada por las propias abejas. La idea la tomó de una foto que le llegó a su celular y hoy ya tiene consolidado un proceso cuyo resultado final se destina principalmente a la exportación.
Curioso desde sus inicios en la actividad, Franck supo que parar lograr diferenciarse debía ir más allá de la venta a granel. Probó diseñando cajas de madera para ingresar en el rubro de los regalos empresariales y agregando frutos secos a sus presentaciones, pero el saltó llegó en 2017 con la imagen que un amigo le mandó vía WhatsApp.
«No supe demasiado del origen de la foto, solo que era de Brasil», indicó el productor en diálogo con Agrofy News, para luego explicar de qué se trata el proceso: «Se pone el frasco vacío, sin nada de cera, calzado sobre la cámara de cría. Luego las abejas empiezan a segregar la cera en el frasco, la cual el contacto con el aire se endurece y da lugar a diferentes formas hexagonales», describió.
La miel se comercializa bajo la marca Don Zena, la cual forma parte de una serie de productos que el gobierno santafesino impulsa bajo la denominación «Productos de mi Tierra», promocionada tanto en ferias y congresos como en lugares específico como pueden ser el Mercado del Patio en Rosario o el Mercado Norte de la capital provincial. Más allá de estos canales de venta, el 90% de la producción se exporta, principalmente a Alemania y Japón.
A raíz del particular proceso productivo -sumado al hecho de ser una fabricación 100% natural y de realizarse en una zona de islas-, el precio final de los artículos Don Zena se ubican un 35% por encima de la media: un frasco de miel convencional puede ubicarse en torno a los 60 pesos, mientras que uno de origen orgánico puede rondar entre los 80 y 85 pesos. «Al principio no teníamos mercado, pero ahora con el auge de lo natural logramos cerrar con un exportador de Buenos Aires que aprecia nuestro diferencial y paga por la calidad», indicó Franck.
Otro de los factores que incide en el mayor costo se relaciona con la certificación, que por tener características peculiares tiene también un precio diferencial. El proceso se realiza a través de una firma de Rosario que llega hasta San Javier dos veces por año, a lo cual se suma el control que realiza Senasa sobre el cumplimiento de las normas para la producción orgánica. Por ejemplo, los materiales que se utilizan no deben estar pintados y debe colocarse una numeración en cada cajón para identificar la colmena.
Actualmente Franck maneja alrededor de 200 colmenas, pero si la altura del río lo permite tiene por objetivo llegar a 250. «Esta es una zona que da mucha miel, pero no deja de ser arriesgado porque dependemos mucho del clima», indicó, al tiempo que señaló que en el área de San Javier existe un valle inundable de entre 25 y 30 kilómetros hasta llegar al río Paraná.
Además del mayor número de colmenas, otro de los objetivos con el que trabajan desde Don Zena es la posibilidad de armar un sitio web para generar un nuevo canal de ventas a través del comercio electrónico. Sin embargo, cuando se le pregunta sobre las perspectivas para el futuro, el productor apícola responde con la misma tranquilidad que el abuelo de su esposa le enseñó la profesión: «Vamos de a poco mejorando. Nosotros eramos una cooperativa que ni siquiera tenía sala de extracción. Hoy lo tenemos y creo que cada vez va a andar mejor, pero hay que ir despacio antes que apurados», contestó.
La entidad a la que se refiere es la Cooperativa Apícola Granjera San Javier Limitada, que agrupa tanto a aquellos que trabajan con miel orgánica como aquellos que se vuelcan por una producción más tradicional. De todas formas, cada vez son más los que se inclinan por la primera opción: junto a Franck ya son 7 quienes la eligieron. «Hay que tratar de darle un plus a este trabajo porque desde ya es muy sacrificado», reflexionó.