Pronto a cumplir un año más, un año más y nada menos, desde aquel 31 de julio de 1863, en el cual fuera fundada por decreto del gobernador Mariano Saavedra, y su ministro Mariano Acosta, aquellos vecinos nativos y los que decidimos serlo por amor a esta tierra, vivimos con gran emoción esta fecha. Sin desmerecer a vecinos, y al resto de los distritos de la provincia de Buenos Aires, los saladillenses estamos orgullosos de este Saladillo que marca la diferencia. Una comunidad pujante, ambiciosa, que nunca se queda quieta y que siempre intenta levantar la vara en todo lo que hacemos.
Y todo eso que hacemos, lo hacemos en el marco de una provincia que es un país en sí mismo, en una provincia de Buenos Aires que se constituye como un motor de la República Argentina. Por eso es tan importante lo que hacemos en nuestra ciudad, en nuestro campo, gracias a todos y cada uno de los saladillenses que trabajan aquí, o afuera, y que levantan el estandarte del “ser de Saladillo”.
Saladillo es campo. Es ese campo que hace siglo y medio atrás, recibiera con generosidad a cientos y miles de inmigrantes. Ese campo que hizo, y hace, grande a la ciudad. Ese esfuerzo chacarero que nos muestra hoy, y desde siempre, la pujanza de un sector que siempre ha apostado al desarrollo. En la mejora permanente de su forma de producir, en la riqueza de sus ganados y sobre todo, en el permanente trabajo de todos aquellos que hoy siguen adelante en una de las actividades más características de la campaña bonaerense. Ese campo que lleva asociada una enorme actividad de soporte, como lo es la industria metal mecánica y el comercio que se desarrolla y mejora alrededor de ella.
Saladillo es industria. Porque como la actividad agropecuaria, siempre superaron las dificultades que nos tocaran en suerte. Porque nuestros hombres y mujeres de la industria no dejaron nunca de invertir y reinvertir en su comunidad. Porque a pesar los sinsabores, tanto de las circunstancias económicas o climáticas, jamás abandonaron la lucha para potenciar y sentar las bases de un Saladillo mejor, para ellos y los suyos, en definitiva: para todos.
Saladillo son sus instituciones, mostrando una vitalidad permanente. Porque esos esos esforzados trabajadores, además de ayudar a su desarrollo personal y familiar, invirtieron gran parte de su tiempo, con esa enorme vocación cívica que supone el esfuerzo para beneficio de todos los vecinos, y fundaron y mantienen instituciones que son ejemplo en nuestra historia y en nuestro presente.
Saladillo son sus instituciones, mostrando una vitalidad permanente. Porque esos esos esforzados trabajadores, además de ayudar a su desarrollo personal y familiar, invirtieron gran parte de su tiempo, con esa enorme vocación cívica que supone el esfuerzo para beneficio de todos los vecinos, y fundaron y mantienen instituciones que son ejemplo en nuestra historia y en nuestro presente.
Saladillo es la permanente reserva de nuestras costumbres y tradiciones, de uno y otro lado del Atlántico. A través de la tarea de las asociaciones de inmigrantes, o de aquellos que preservan nuestras tradiciones criollas. Es el Saladillo de las colectividades y de los centros tradicionalistas.
Saladillo es educación. Con cientos de instituciones que día a día trabajan por la calidad educativa y la formación de nuestros jóvenes, y aún de aquellos que no tuvieron la oportunidad de estudiar en su juventud, y ese detalle no los doblega, buscando instruirse y perfeccionarse. Tanto en la ciudad, como en la zona rural, tenemos ejemplos de escuelas primarias, secundarias, instituciones terciarias, centro universitario y tantas otras instituciones educativas.
Saladillo es deporte. Saladillo es futbol, es básquet. Saladillo es hockey, es rugby. Saladillo es pelota a paleta y ciclismo. Son sus clubes de todas las disciplinas que con gran esfuerzo trabajan día a día para superarse no solo deportivamente sino también institucionalmente.
Saladillo es deporte. Saladillo es futbol, es básquet. Saladillo es hockey, es rugby. Saladillo es pelota a paleta y ciclismo. Son sus clubes de todas las disciplinas que con gran esfuerzo trabajan día a día para superarse no solo deportivamente sino también institucionalmente.
Saladillo es salud. Con personas que hicieron, desde la administración pública, mucho para el sanitarismo saladillense. Porque desde el estado municipal se logró crear una red de Centros de Atención Primaria de la Salud que son ejemplo en la provincia, y en el país. Con nuestro querido hospital Posadas, efector público de referencia, que gracias al gobierno provincial hoy cuenta con una nueva guardia y terminándose el sector de terapia intensiva que, sumado al nuevo servicio SAME próximo a establecerse, configurarán un sistema de salud de características únicas.
Saladillo son sus grandes y pequeñas obras, son sus barrios y localidades del interior. Saladillo es el Barrio 31 de Julio, es Saladillo Norte. Saladillo es Del Carril, Cazón, Polvaredas y Álvarez de Toledo. Es Reynoso, La Margarita, La Barrancosa, San Benito y muchos más. Saladillo son sus obras. Obras de servicio, como lo son las obras de desagüe pluvial y las obras hídricas en todo el territorio del partido. Obras de electrificación, obras de pavimentación y de servicios. Saladillo son también sus plazas, desde la principal, en dónde cuenta la historia que aquí se funda Saladillo, “salga pato o gallareta”.
Saladillo son también todas las generaciones de hombres y mujeres de la política, que llevaron adelante la administración de nuestra ciudad de manera honrada y superadora. Hombres y mujeres que no cejaron por dotar a todos los saladillenses de las obras, y los servicios, que la comunidad se merecía y se merece.
Saladillo es arte, es cultura. Saladillo son sus poetas, escritores, músicos, y pintores. Saladillo es no solo para aquellos artistas que vieron la luz en su llanura, sino para quienes la adoptaron como propia.
Saladillo es, ni más ni menos y siempre, su gente. Porque todos y cada uno de los que acá he nombrado y los que seguramente faltarán, directa e indirectamente, son los que la hicieron grande. Porque “pudo nacer de espada, o de degüello. De ambiciones alzadas como potros, a lo largo del tiempo. De furor derramado en la aventura, o cercado de miedo. Pero no. Nació de un sueño.” De ese sueño que fuera la argamasa con la que, atravesando el ayer, se construyera nuestro tiempo. Esta ciudad que se hiciera con “los que están. Con las que ya se fueron. Saladillo, guitarra, voz de arroyo: por derecho de amor ¡eres mi pueblo!”. Porque estas palabras de Susana Esther Soba, nuestra poeta máxima, las hago mías. Porque aquí escribí la historia más importante de mi vida, y porque tengo un compromiso vital para con mi pueblo. El destino de Saladillo es marcar la diferencia. Y ese compromiso para con esta tierra me dan las energías necesarias para seguir trabajando para una ciudad y su campo cada vez más grande, más pujante, más inclusivo: por más Saladillo.