Traccionada por las compras de China, tuvo mejores números que los terneros y novillos afectados por la caída en el consumo interno.
A partir de este dato, el Mercado de Hacienda de la Bolsa de Comercio de Rosario (Rosgan) hizo un resumen del año 2019 par el sector, poniendo «luces y sombras». Así, si bien la exportación puso durante el año pasado claridad al negocio, el consumo doméstico fue quien proyectó las mayores sombras sobre la actividad.
«Sin embargo, 75 por ciento del mercado de la carne argentina sigue siendo el consumo interno. Un consumo que indefectiblemente se encuentra atado a la situación de la economía nacional», advirtieron desde el Rosgan.
Durante el año pasado, el consumo nacional de carne vacuna ha bajado casi 7 kilos por habitante. Admite que, más allá de una tendencia a diversificar el consumo de carnes que se viene consolidando en los últimos años, existe una caída real en el consumo total de carnes cuyo ajuste principal ha sido la carne vacuna.
«En promedio, el argentino consume 110 kilos de carne al año: 43 kilos de pollo, 15 kilos de cerdo y 52 kilos de vacuno. En 2018, el consumo medio se ubicaba en 115 kilos por habitante, lo que muestra una retracción anual de cinco kilos producto de una clara pérdida del poder adquisitivo del consumidor.
Resultados en la cadena
A la hora de analizar los resultados en cada uno de los eslabones de la cadena vacuna, el análisis del Rosgan muestra ganadores y perdedores.
«Si tomamos como referencia el precio promedio del novillo en Liniers ‘versus’ el valor del ternero de invernada en Rosgan, vemos que en los últimos 5 años se pagó por la invernada un 30 por ciento por sobre el valor del novillo. Llevando esta diferencia promedio a los valores de este año, vemos que el valor del ternero de invernada ha estado constantemente retrasado respecto de su relación histórica», indica el informe.
Precisa que durante el primer semestre el retraso relativo alcanzó casi 20 por ciento, más allá de varios intentos de recomposición. Aun así, un ternero de invernada que hoy se ubica en torno a los 96 pesos el kilo vivo sigue estando 12 por ciento retrasado contra un novillo de 82 pesos.
«Este retraso del ternero frente al gordo ha llevado -entre otros factores- a generar muy bajos márgenes para la cría durante gran parte del año«, observó el Rosgan.
Además del criador, otro de los grandes perdedores ha sido el feedlot. A pesar de una relación de compra más favorable por el bajo valor del ternero, el impacto de la devaluación sobre el precio el maíz sumado al incremento general del resto de los costos, condujo a muchos establecimientos a trabajar a pérdida durante gran parte del segundo semestre.
Como consecuencia de ello, el nivel de ocupación de los corrales se ha mantenido durante todo el 2019 dentro de los mínimos de los últimos tres años. Esta situación ha llevado a incrementar el nivel de recrías a campo, lo que generó un bache de hacienda liviana para consumo en los primeros meses del año. Este faltante en la faena propició una recomposición temporal de precios, hasta que esa hacienda vuelve a aparecer como oferta a partir del tercer trimestre, relajando nuevamente los precios.
La exportación, mientras tanto, dejó a un claro ganador: la vaca. En términos de precios relativos, su elevada demanda durante el año llevó a una distorsión de los valores de reposición.
«La relación de reposición medida a través del valor de una vaquillona preñada llegó a caer a menos de 1,5 vacas por vientre preñado desde niveles históricos entre dos a 2,5 vaca/vaquillona», comparó el Rosgan.
La expectativa para 2020 está puesta en la tendencia que pueda tener la exportación y en la recuperación de la demanda interna.