“Las deficiencias en calidad y, más concretamente, el desbalance entre el contenido de proteína y energía han sido el punto sobre el cual se ha centrado, casi con exclusividad, la responsabilidad del problema”, explican el ingeniero agrónomo Daniel Méndez y el médico veterinario Patricio Davies, ambos del INTA General Villegas.×
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Por su parte, agregan en otras palabras, el problema de otoño es sumamente complejo debido al gran número de factores que intervienen en su manifestación, por lo que reducirlo exclusivamente a un problema de desbalance, resulta en una sobresimplificación peligrosa.
Entonces, explican los expertos que se trata de un tema de asignaciones alimentarias.
“Al respecto la información indica que, con asignaciones de materia seca, de un forraje característico de otoño superiores al 2,5% del peso vivo, los desbalances en la composición química del forraje, si bien afectan la ganancia de peso, no serían limitantes para obtener ganancias, tanto en terneros como en novillos, de 760 gramos diarios por animal”.
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¿Cuáles son las fallas, entonces? Méndez y Davies citan que los errores en el pesaje, falta de medición de la asignación forrajera y la utilización de suplementos no adecuados son algunos aspectos que, según se ha podido demostrar, también condicionan la respuesta animal en esta época.
De todos ellos, las limitaciones en el consumo originadas en asignaciones insuficientes de forraje parecerían ser la causa más relevante que limita la ganancia de peso en los planteos reales de producción.
En esos mismos trabajos se determinó que la suplementación con grano de maíz al 1% del peso vivo mejoró solamente en 84 gramos diario por animal la performance de los testigos.
El principal efecto de la suplementación fue el aumento de la receptividad del verdeo debido a la sustitución que en promedio fue de 542 g de pasto por kg de grano suministrado.