El país asiático exige a sus países proveedores una certificación libre de la enfermedad, cuya transmisión a través de los productos no está confirmada.
Todo parece indicar que cuando el mundo se libere de la pandemia habrá actividades que ya no serán iguales. Una de ellas es el comercio de alimentos, un sector en el cual algunos de los principales países importadores ya plantean revisiones en las cuestiones vinculadas con la inocuidad.
Con un disfraz que oculta la apariencia de una barrera proteccionista, China ha extremado en los últimos días los controles de todos los productos destinados al consumo humano que llegan a sus puertos. Bajo la condición de alimentos libres de Covid-19, el servicio sanitario está exigiendo esa certificación, en supuesta defensa de la seguridad alimentaria. Lo llamativo es que no hay evidencia científica de que el nuevo coronavirus se pueda transmitir a través de estos productos.