Ante este panorama, la balanza favorecería la vuelta de los maíces tardíos en la región: «Implica un alto riesgo sembrar costosos híbridos en septiembre sin la humedad suficiente».
Se suma el evento de La Niña con una probabilidad del 60% en el periodo cálido 2020/21 como ingrediente a la decisión de diversificar las fechas de siembra.
Como punto a favor, las mayores temperaturas de suelo retrasan la siembra y garantizan una mejor uniformidad en la emergencia.
Bajo este marco, en la zona núcleo se mantiene la intención de reducir levemente el área de maíz con respecto al ciclo previo, pero esta caída podría agudizarse si la humedad de suelo no se recompone en la ventana de siembra del cereal.
Maíz nacional
A nivel nacional, esta semana la BCR destacó que un mes atrás se señalaba un gran temor al clima. Ahora hay una seria preocupación para el maíz 2020/21.
La siembra está en tiempo de descuento, solo faltan quince días para comenzar las labores. En las zonas afectadas por la falta de agua, para sembrar se necesitan desde 30 mm, y van creciendo hacia el oeste, hasta poco más de 100 mm. Falta agua en los primeros 50 cm del suelo, pero las reservas son insuficientes en el perfil en profundidad.
Y las napas también están más bajas que el año pasado. Claro que hay que exceptuar algunas zonas del este, en especial Buenos Aires. Estar en el mes previo a la siembra de maíz con esta falta de agua es arrancar de la peor manera. Pero, más allá de las dudas y los recortes de área, la decisión de hacer maíz continúa firme.
Tras el récord de siembra que marcó la campaña 2019/20, se estima la superficie en 6,75 millones de hectáreas, con una caída interanual de 7%. Teniendo en cuenta que para grano comercial se cosecharían 6,3 millones de hectáreas, el volumen de la nueva campaña podría ser de 51 millones de toneladas de maíz.
«Es un gran desafío llevar a cabo semejante nivel de siembra«, destaca la BCR. Lo que suceda con las lluvias del cambio de estación será fundamental para mantener este nivel de siembra.
En estas condiciones puede haber cambios: área que pase a sembrarse más tarde, o decisiones de pasar a soja o incluso a sorgo, como ya empieza a verse en zonas de menor potencial de rinde.
Por ahora escapa de lo previsible, pero es innegable la preocupación. «Comenzar el ciclo de granos gruesos con una deuda tan grande de milímetros y con pocas chances de recuperar el estado hídrico de los suelos en las semanas que siguen es una mala noticia para el sector», concluyen.
