El agro genera el 72% de las exportaciones, la participación más alta desde 1992

Este nivel de participación, que surge de un relevamiento de datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, es el más alto desde 1992 y está más de 12 puntos por encima del promedio de incidencia que tuvieron estos rubros entre ese año y 2019: 59,9 por ciento.

Lo que es más, Garzón profundizó el análisis y concluyó que las exportaciones de productos agrícolas (cereales, oleaginosas y legumbres) y de sus primeros derivados industriales (harinas y aceites), supusieron un 55 por ciento del total de dólares obtenidos por el comercio exterior; es decir, la participación más alta también en casi 30 años.

Según el investigador, hay varios factores que explican esta situación: el primero es que en la pandemia el campo no estuvo obligado a practicar medidas de aislamiento como sí otros sectores industriales que vieron afectado su comercio tanto interno como externo.

Pero lo fundamental es que se encadenaron dos cosechas con valores de los más altos de la historia: la récord 2018/19 y la 2019/20 que cayó pero también fue importante en términos históricos.

En otras palabras, hoy más de la mitad de las divisas dependen, directa o indirectamente, de la agricultura extensiva y allí es que surge una luz amarilla: para que existan buenas cosechas es esencial el aporte del clima, un tema que genera preocupación en un ciclo 2020/21 que comenzó con una fuerte sequía en vastas zonas productivas del país.

La Niña que amenaza

Precisamente, el informe de Garzón se titula “el clima amenaza la generación de divisas en el 2021” y analiza, por ejemplo, los primeros impactos que pueden esperarse en los cultivos invernales. 

Suponiendo, por ejemplo, que el rinde promedio del trigo caiga 10 por ciento en relación a su media histórica –una perspectiva moderada habida cuenta de que el 60 por ciento de los lotes a nivel nacional presentan insuficiencia hídrica y de que ya se prevén bajas de rendimientos de hasta 50 por ciento–, se puede proyectar que la sequía le costará al país 440 millones de dólares en relación a lo que habría aportado el cereal en condiciones climáticas normales.

Para la campaña de soja y de maíz todavía es temprano para hacer proyecciones debido a que ni siquiera se conocen las intenciones de siembra. Pero lo que sí está claro es la coincidencia de todos los pronósticos meteorológicos de que es probable que el ciclo continúe con la presencia del fenómeno La Niña, que en Argentina significa una reducción de los niveles de lluvias.

No hace falta trasladarse demasiado en el tiempo para recordar que, en la temporada 2017/18, la sequía más grande en 50 años fue el inicio del comienzo de la recesión en Argentina, producto de la escasez de dólares que generó una caída de la cosecha del 26 por ciento.

Del mismo modo, en las campañas 2008/09 y 2011/12, también marcadas por la aparición de La Niña, la producción se retrajo 35 por ciento y 14 por ciento, lo que abre un abanico de antecedentes históricos que permiten dilucidar cuánto podría afectarse el ciclo que está por comenzar y qué impacto podría tener en la oferta de divisas a nivel nacional. 

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