“A diferencia de la idea comúnmente aceptada de que la domesticación del poroto fue un proceso gradual de selección de rasgos deseados que implicó la pérdida de diversidad genética, en este trabajo, a través del uso de ADN antiguo, demostramos que la selección de rasgos deseables y la pérdida de variación estaban desacoplados durante el proceso de domesticación. Los resultados muestran que la agricultura temprana de porotos en los Andes preservó la diversidad genética de las semillas”, detalla Gustavo Neme, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Evolución, Ecología Histórica y Ambiente (IDEVEA, CONICET-UTN), uno de los colaboradores del trabajo.
Para este trabajo los científicos estudiaron el genoma de porotos de muestras obtenidas de sitios arqueológicos de Mendoza (sitio arqueológico de Gruta del Indio) y del Noroeste argentino. En total se analizaron treinta ejemplares. “La domesticación inicial del poroto tuvo lugar hace alrededor de ocho mil años, tanto en Mesoamérica como en el área Andina central. Las muestras incluidas en este trabajo abarcan entre dos mil quinientos y seiscientos años antes del presente”, detalla Adolfo Gil, investigador principal del CONICET en el IDEVEA y profesor de la UNCuyo, otro de los científicos argentinos