«Hoy superamos la primera etapa de la investigación que era comprobar que la vacuna generaba anticuerpos en los ratones inoculados; lo que sigue inmediatamente es comprobar que esos anticuerpos logren neutralizar el coronavirus y verificar que la respuesta inmunológica sea duradera», describió el médico veterinario y virólogo Sebastián Pappalardo, responsable del Laboratorio de Nanomedicina Veterinaria del Inta Bariloche.
Plazos
Superada esa etapa, se realizarán las mismas pruebas en modelos de ratones «humanizados» y finalmente se evaluará que la vacuna haya sido segura e inocua.
Recién entonces –si todo sale bien se espera que sea antes de fin de año– se comenzaría a planificar un ensayo clínico, es decir, a probar la vacuna en personas luego de la certificación y autorización correspondiente por Anmat.
Antecedentes
El trabajo de Pappalardo y su equipo se remonta a 2005: «Las vacunas veterinarias son muy parecidas a las que se realizan para las personas con la diferencia que tienen otra regulación y que tienen que ser muy económicas», contó.
En ese contexto se comenzó a diseñar una vacuna «inspirada» en la naturaleza: «Muchos patógenos (virus, algunas bacterias y algunos hongos) utilizan moléculas como llaves para ingresar al organismo a través de receptores celulares. El virus HIV-1, por ejemplo, tiene en las puntas de la proteína GP120 azúcares que son los que le permiten ingresar a las células dendríticas e infectarlas», describió.