Todo indica que los productores se han olvidado del riesgo de una devaluación en el tipo de cambio oficial y las ventas avanzan a buen ritmo y en forma fluida. Sin dudas, las lluvias ocurridas durante enero y la primera mitad de febrero han actuado como impulsores de esta mayor oferta.
De hecho, ya se está previendo un aumento en la cosecha estimada. En el caso de la soja, desde nuestra consultora estimamos 50 millones de toneladas; para maíz, 51 millones.
Las precipitaciones han asegurado un piso de producción, debido a que aumentaron los rindes esperados, lo que ayuda a los agricultores a tomar la decisión de vender.
De este modo, se repite el mismo patrón que en la campaña pasada: un fuerte volumen de ventas de trigo y de maíz, y un menor ritmo de comercialización de soja.
Trigo. Ya superada la ventana de la cosecha, hasta ahora se vendieron 10,5 millones de toneladas, el 60 por ciento de la producción estimada en 17 millones de toneladas. La realidad es que la oferta disponible es muy escasa y un dato que lo comprueba es que, entre exportación y molinos, compraron sólo 150.000 toneladas en la segunda semana de febrero,
Maíz. Los exportadores ya tienen compras declaradas por 17,5 millones de toneladas, cifra que coincide con las ventas de los productores. Significa que un 50 por ciento del saldo exportable ya está cubierto. El ritmo está levemente por debajo del ciclo pasado, cuando ya se habían comercializado 19,4 millones de toneladas, un 57 por ciento del saldo exportable.
Soja. Hasta ahora, los productores se desprendieron de 10 millones de toneladas, 20 por ciento de la cosecha. 12 meses atrás eran 14 millones de toneladas, 28 por ciento.
En conclusión, entre soja y maíz los productores vendieron, en esta nueva campaña 2020/21, seis millones de toneladas menos.
Es un dato importante porque significa que los productores están más líquidos que en la cosecha anterior, o que la suba de las commodities ha ayudado a un menor nivel de ventas.
Estrategias
Como sea, el patrón de comercialización es muy similar al de la campaña pasada, con una anticipación en las operaciones de trigo y de maíz, lo que asegura la entrega desde la tranquera al puerto, y buscando la forma de asegurar la logística de transporte y descarga.
En paralelo, que la soja se mantenga como reserva de valor a la espera de una caída en el precio de los fletes una vez que se termine el período fuerte de cosecha.
En este contexto, no hay dudas de que vender maíz arriba de 200 dólares por tonelada luce como un excelente negocio y una buena oportunidad para los productores que deseen cerrar margen bruto, hacer caja y tomar ganancias.
La soja también tiene un precio interesante: llegó a 330 dólares la tonelada mientras que en la cosecha anterior cotizaba a 210 dólares. Una mejora de 120 dólares debería ser un disparador para que los productores aumenten su ritmo de ventas.
Sin embargo, la realidad muestra que los productores están optando por retener y no vender la oleaginosa en precosecha. El riesgo es pensar que la soja puede subir como lo hizo en el segundo semestre del 2020: es una decisión de doble filo. Hoy la mitad de la biblioteca es bajista y la otra mitad, alcista. ¿Para qué lado caerá finalmente la moneda?
Vender maíz a U$S 200 luce como un excelente negocio y una buena oportunidad para cerrar margen bruto, hacer caja y tomar ganancias.