Al mismo tiempo, “el ensayo mostró un aumento significativo del contenido de materia orgánica del suelo luego de cinco años de transición agroecológica, lo que sugiere una clara mejora de las condiciones del suelo”, puntualizó Zamora
Hay un mito que sostiene que únicamente es apta para pequeñas extensiones. En este sentido, Zamora aseguró que “la agroecología se basa en principios y no en recetas” y sentenció: “Sólo en la provincia de Buenos Aires hay gran cantidad de grandes productores en plena transición hacia la agroecología y eso tiene que ver con la difusión del trabajo que varios organismos, como el INTA, realizan hace varios años”.
De hecho, en Benito Juárez –Buenos Aires– se encuentra el establecimiento “La Aurora”, del productor familiar Juan Kiehr, que hace años trabajaba con un manejo agroecológico. Gracias a esta otra forma de producir logró disminuir el uso de insumos sintéticos, de energía no renovable y pudo bajar los costos.
En el sur de Buenos Aires, el campo de los Kiehr se convirtió en destino permanente para la realización de observaciones y experimentaciones que nutrieron las acciones del módulo de la CEI Barrow. “Las experiencias en el establecimiento ‘La Aurora’ y, posteriormente, en los módulos demostrativos de la Chacra, marcaron un punto de inflexión: un antes y un después para un sistema productivo que se percibía incuestionable”, consideró Zamora.
Resultados a la vista
Durante todo el proceso de evaluación y experimentación, “pudimos romper varios mitos, pero principalmente el que plantea que la agroecología no es rentable”, remarcó Carrasco.
En este sentido, la extensionista de la Chacra Barrow puntualizó en “la necesidad de desarrollar una experiencia con cultivos agroecológicos, tales como trigo y cebada, para ofrecer información y resultados de una alternativa para los productores de la región, porque es lo que siempre ha hecho el INTA, dar respuestas”.
Para esto, la mesa interinstitucional comenzó haciendo talleres de diagnóstico participativo en el territorio y encontró varios problemas: aumento de los costos de producción, aparición de malezas resistentes, intensificación en el uso de plaguicidas y fertilizantes, pérdida de fertilidad de los suelos y pérdida de biodiversidad, entre otros. Así, mientras la idea se gestaba, el cuestionamiento sobre la sustentabilidad de los sistemas productivos dominantes comenzó a cobrar fuerza.
“Cuando pisamos el campo de Juan se produjo una sinergia entre nosotros, que teníamos todas esas inquietudes, y ese lugar, que fue la demostración concreta de que era viable un modelo de producción agroecológica extensiva”, sostuvo Carrasco y agregó: “Salimos convencidos de que teníamos que llevar ese manejo a un lote de la experimental”.
En 2013, ya con resultados positivos de la transición agroecológica en cuanto a lo productivo, lo económico y lo ambiental, se dieron los primeros pasos en la difusión, capacitación y extensión.
“Comenzamos dando charlas, haciendo talleres y recorriendo campos a nivel regional, y terminamos en otras provincias, articulando con otras Estaciones Experimentales del INTA, Universidades Nacionales, municipios, y otros organismos”, aseguró Zamora y resaltó: “Al día de hoy, se realizaron más de 150 actividades con participación de la CEI Barrow en conjunto con actores muy diversos”.
La difusión hizo que cada vez más productores se acercaran en búsqueda de información y se facilitó el trabajo en grupos, con reuniones de intercambio, acompañamiento y capacitación, que terminaron por agrupar a esos productores en Cambio Rural.
Toda la experiencia fue registrada y publicada en diversos canales de comunicación y en numerosos congresos nacionales, y en 2017 se difundieron los primeros trabajos en revistas científicas internacionales.
Fuente: INTA Informa