Aún, las estadísticas más conservadoras, nos muestran que con un grado de presión fiscal de los más altos del mundo se han agravado los problemas de pobreza e indigencia de nuestra sociedad. Ello habiendo pasado en dos décadas, de tener la presión tributaria del 19,3% de PBI al 33,8% en promedio país. En el mismo periodo el gasto público creció de 27 al 47% del PBI.
Asusta que no se tome debida conciencia, que son, el trabajo privado y la educación los motores de desarrollo que se deben incentivar, necesitamos inversión privada, capaz de crear empresas, generar empleos y alimentar el circuito virtuoso de la economía.
No tenemos dólares y cerramos exportaciones, no tenemos inversión privada y proponemos nuevos y más altos impuestos, es tiempo de mirar para atrás y ver hacia dónde nos llevó esa política económica, los índices sociales, cualesquiera de ellos son suficientemente demostrativo, que, ese camino lleva al fracaso, a la pobreza y al estancamiento económico.
Si quienes se postulan a ocupar cargos en el Congreso de la Nación, quieren trabajar en buscar soluciones, escuchen y comprendan al entramado socioeconómico del presente y advertirán que tanto la presión fiscal como el régimen laboral, son las determinantes para que no podamos recuperar la fuerza empresaria que requiere el presente.
Las Pymes se funden, día a día, las empresas más grandes se marchan del país, es tiempo de mirar lo que realmente sucede y no de generar expectativas falsas sobre un futuro que jamás llegará ahogando al sector productivo privado.
Desde Confederaciones Rurales Argentinas, reclamamos conocimiento y responsabilidad al momento de realizar ofertas electorales, destinadas estas, a debilitar, aún más, la débil estructura productiva, que ha resistido a la pandemia, a la voracidad fiscal y a la inoperancia política.
