El Delta del Paraná constituye un macro mosaico de humedales caracterizado por una importante heterogeneidad ambiental y variabilidad temporal única en el país, que se distingue por una alta biodiversidad. Allí el agua es un elemento clave y define sus características físicas, vegetales, animales y sus relaciones. Poniendo en valor todo lo anterior, el CONICET lleva adelante dos proyectos en este territorio, que se enmarcan en convenios de I+D, en ganadería y pesquería artesanal con la Fundación Humedales (Wetlands International).
En particular, el investigador del CONICET y director del Laboratorio de Ecología Pesquera Aplicada, del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA), Claudio Baigún, propone «Mejores prácticas de manejo pesquero para el Delta del Paraná», con actividades orientadas a las comunidades pesqueras que ponen en valor aspectos conceptuales, lineamientos y manejo de pesquerías de pequeña escala. Ello se realiza con el objetivo de contribuir a la conservación de los ecosistemas acuáticos de agua dulce y fortalecer la incorporación del sector en los procesos de planificación y ordenamiento ambiental de este territorio.
En la actualidad, resulta un problema para el Delta -y para muchas zonas de humedales en Argentina- un proceso denominado pampeanización, que refiere al traslado del modelo ganadero pampeano en tierra a un humedal, atentando con el mantenimiento e integridad ecológica de la región. En respuesta surge el proyecto «Mejores prácticas de manejo ganadero para el Delta del Paraná«, a cargo del investigador del CONICET Rubén Quintana, quien junto a un equipo brinda una propuesta de base científica para el desarrollo sustentable de la producción ganadera, tendiente a mantener y mejorar al menos 20.000 hectáreas de humedales con uso productivo.
«Nuestra idea es lograr una producción ganadera que sea compatible con el humedal e incluya propuestas que permitan mantener principios de manejo ganadero en humedales, que tengan como fin la sostenibilidad social, económica y ambiental y, en ese sentido, estamos trabajando con productores, en actividades que eviten la degradación y la pérdida de integridad ecológica de éstos ecosistemas», afirma Quintana.
Los proyectos CONICET en conjunto con la Fundación Humedales buscan preservar los medios de vida y los servicios ecosistémicos que proporciona el río. «La pesca es muy importante porque utiliza un recurso que no tiene un propietario particular; los peces pertenecen a la sociedad toda y, como parte de un servicio ecosistémico que brindan los humedales, son compartidos por distintos sectores y actores que disputan, en cierto modo, apropiarse de este recurso con fines alimenticios, turísticos, económicos, de conservación, etc. Pero para que todo eso funcione la base está en mantener la estructura y los procesos funcionales de los ecosistemas fluviales«, afirma el biólogo Claudio Baigún.
El investigador del CONICET da cuenta de la importante relación entre la pesca y la conservación de los humedales de manera inmediata, ya que para tener una pesca sostenible lo fundamental es preservar la integridad ecológica, evitando su fragmentación por represas y reduciendo la tentación de transformar sus llanuras de inundación en campos de cultivo, ganaderos o emprendimientos urbanos.
«Las llanuras son parte fundamental del río como concepto ecosistémico porque en ellas, y sus humedales asociados, tienen lugar diversos procesos biológicos y biogeoquímicos claves que son en parte responsables de la producción pesquera. El río es el todo y tiene dinámica interna, se expande lateralmente y es crítico que exista libre conectividad; el agua tiene que entrar sin obstáculos en la llanura y cuando hay terraplenes se cortan los flujos de material biológico, materias orgánicas e inorgánicas y nutrientes. En el bajo Delta, por ejemplo, debido al desarrollo de emprendimientos productivos e inmobiliarios que avanzan sobre las costas, se eliminan o modifican los humedales y el paisaje fluvial está sufriendo profundos cambios debido a la pérdida de la conectividad entre el río y su llanura», afirma Baigún.
Los colores del río: semblanza de un pescador artesanal
«Tradicionalmente el sector de la pesca artesanal ha sido un actor relegado porque el Estado no ha entendido la complejidad de su estructura y funcionamiento, manteniendo incluso marcos legales y organismos de gestión que no aplican una mirada multidimensional de la pesca artesanal ni prestan atención a la necesidad de insertar debidamente la actividad en la planificación territorial debido a que los grandes ríos son hidrosistemas», sostiene Baigún.
Desde el proyecto se proponen mejores prácticas de manejo pesquero para el Delta del Paraná y se ofrecen diversas capacitaciones a los pescadores para que aprendan a procesar pescado y agregarle valor «pescando menos», afirma Baigún y agrega: «Ellos tiene conciencia de que si los peces se acaban es el colapso, pero conservar los peces es conservar el río, mantener los pulsos de inundación, conservar la estructura de hábitat. El pescador entiende y sabe que a los peces hay que dejarlos reproducir, que las áreas de crías hay que mantenerlas, que no se tienen que llenar de vacas que las pisoteen y contaminen y que el agua debe circular libremente en la llanura de inundación donde se alimentan juveniles, larvas y crecen los peces adultos. Y eso se los enseñó la experiencia, la vida en el río».
Por una actividad ganadera más ecológica
Rubén Quintana es investigador principal del CONICET y director del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (IIIA, CONICET- UNSAM), unidad ejecutora donde radican ambos proyectos de I+d con la Fundación Humedales. Quintana se especializa en ecología de humedales y junto con su grupo ha estudiado el efecto que generan los cambios de uso del suelo sobre estos ecosistemas, particularmente en la intensificación ganadera y las obras de manejo del agua asociadas en el Delta del Paraná.
El investigador plantea que «la región del Delta del Paraná se caracteriza por presentar dos componentes fundamentales para el apropiado desarrollo de la ganadería: la presencia de un buen suministro de agua apta para el consumo animal y la existencia de extensas áreas con abundancia de especies forrajeras nativas de excelente calidad y de gran riqueza, que son una importante fuente natural para la fauna silvestre -como el ciervo de los pantanos, el carpincho, la nutria y el ganado doméstico».
En la actualidad estos pastizales constituyen la principal fuente forrajera y muchas especies típicas de los bañados del Delta son aptas para el buen desarrollo de la ganadería, dado que superan los valores identificados para que un forraje sea considerado de buena calidad (contenido de proteína bruta y digestibilidad); por lo que, resulta indispensable concretar mejores prácticas ganaderas en colaboración con productores locales. «En lo particular, nos preocupa la crisis ambiental que vivimos y, como científicos y científicas, necesitamos trabajar para dar respuestas, por lo que nos parece importante establecer estos convenios que sirvan para mejorar las distintas problemáticas sociales, ambientales y que mejoren la calidad de vida de la población», sostiene Quintana.
El equipo científico incluye, entre otros, a Elizabeth Astrada y Facundo Schivo, ambos del CONICET, y el trabajo propone la aplicación de un protocolo de mejores prácticas en cada establecimiento y también su monitoreo en el tiempo, para realizar un manejo adaptativo en cada caso, como también el acompañamiento y asesoramiento a los productores. En ese contexto, se realizan visitas periódicas a cada campo a fin de medir indicadores de estado y progreso, producción de material técnico para los productores, observar los avances en los distintos campos y ofrecer talleres a fin de discutir avances, problemáticas y posibles soluciones surgidas a lo largo del proceso.
Otra línea de trabajo que lleva adelante el equipo que lidera Quintana es el estudio de la ganadería de búfalos de agua o de la india, especie doméstica original de humedales y mucho más adaptable a las condiciones de los ecosistemas, «ya que los búfalos pueden estar en ambientes anegados e inundados, no así las vacas», sostiene el investigador del CONICET. Asimismo, es una especie de gran tamaño que tiene capacidad de transformación importante porque come cualquier tipo de vegetación y hacen revolcadero o canales para moverse, impactando en el ambiente. «Estamos con estudios básicos que definan lineamientos de ganadería bubalina en humedales del Delta, dado que podría expandirse en el futuro, usamos tecnología novedosa, les ponemos a los animales caravanas con GPS, a baterías solares, que permiten registrar su ubicación a lo largo del tiempo y eso nos da una idea de cómo hacen uso del ambiente cuando están solos o conjuntamente con vacas. Estos geolocalizadores se combinan con imágenes satelitales de alta resolución y sistema de información geográfica que nos permite cartografiar las áreas, con información espacial», afirma Rubén Quintana.